julio 29, 2014

Dig! (2004) /Documental Completo Subtitulado, Trailer, Ficha, Info &...../










Título original: Dig!
Año de extreno: 2004.
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Ondi Timoner.
Guión:
Ondi Timoner.
Música: The Dandy Warhols & The Brian Jonestown Massacre.
Fotografía: Ondi Timoner, Vasco Lucas Nunes & David Timoner.
Productora: Palm Pictures / Sundance Channel & Interlop Film.
Web oficial: http://www.digthemovie.com/


 

La poco conocida directora Ondi Timoner nos obsequia esta Película/Documental/Producción independiente: un proyecto de siete años que finalmente saltaría a las pantallas cinematográficas como DiG!.
Representando el ascenso de la banda indie The Dandy Warhols y el cataclismo de sus psicodélicos colaboradores, The Brian Jonestown Massacre, DiG! es el tipo de documental que resulta estúpido a la vez que brillante, absurdamente cómico y demasiado surrealista para ser verdad. El nivel de anárquica genialidad recogido aquí, mientras presenciáis cómo sacan los pies del tiesto y toda la industria de la música aprovecha para sobarles el lomo y subirse al carro, sencillamente no podría ser reflejado en un guión "Normal".

Resumiendo, DiG! es la historia de dos carismáticos artistas: Anton Newcombe de The Brian Jonestown Massacre y Courtney Taylor de los Dandy Warhols. Estos desventurados amigos se encierran en una relación ambigua, definida por la innovación musical, el respeto mutuo y una creativa rivalidad.
Cuando la carrera de los Dandys explota, debido principalmente a que uno de sus temas es utilizado en un anuncio de telefonía móvil, The Biran Jonestown Massacre demuestran ser merecedores de su nombre, con una masiva implosión que culmina en una reyerta de borrachos, en el famoso local de Los Ángeles, The Viper Rooms. Mientras que Taylor entra rápidamente en un mundo de vídeos musicales de gran presupuesto y festivales llenos de fanáticas multitudes, Newcombe, desaparece y amenaza con perseguir al dragón desde el acantilado....




No obstante, en la misma medida en que se trata de la historia de dos músicos inconformistas, también constituye una crítica severa a la industria de la música. The Brian Jonestown Massacre tienen la extraña habilidad de hacer que cualquiera que se asocie con ellos sea el centro de atención, mientras ellos se mantienen firmemente en el anonimato. Acompañados por una variedad de peces gordos de la música, The Massacre parecen abandonar su camino...


La película es una de esas piezas raras y bellas. Hay pocos documentales que sean tan divertidos, reveladores o sorprendentes. A pesar de todo el humor, las rabietas y la adicción a las drogas, nadie sale descontento de esta película. Obviamente, Newcombe está a otro nivel musicalmente hablando, Taylor es sorprendentemente humilde y se refiere constantemente a la brillantez de su rival, Ondi es una gran directora y además está Joel Gion, de TBJM, el "Hombre Pandereta"  y mentalista general, cuyas pobladas patillas, entusiasmo y entretenimiento de alto octanaje, hacen que el film atraviese con gloria por sus momentos más oscuros...





Lou Reed - Transformer (1972).........



Publicación Original: 8 de diciembre de 1972.
Grabación: Agosto de 1972.
Lugar de Grabacion: New York (Estados Unidos).
Duración de la edición original: 36:40 min.
Discográfica: RCA Records.
Producción: David Bowie & Mick Ronson.


Músicos
Lou Reed: Guitarra rítmica, Teclados & Voz.
Herbie Flowers: Bajo eléctrico, Contrabajo, Tuba en "Goodnight Ladies" & "Make Up".
Mick Ronson: Guitarra líder, Piano, Coros & Arreglos de cuerdas.
John Halsey: Batería.

David Bowie: Coros.

Músicos Adicionales

Ronnie Ross: Saxo Barítono en "Goodnight Ladies" & "Walk on the Wild Side".
The Thunder Thighs: Coros.
Barry DeSouza: Batería.
Ritchie Dharma: Batería.
Klaus Voormann: Bajo.




1) Vicious.
2) Andy's Chest.
3) Perfect Day.
4) Hangin' 'Round.
5) Walk on the Wild Side.
6) Make Up.
7) Satellite of Love.
8) Wagon Wheel.
9) New York Telephone Conversation.
10) I'm So Free.
11) Goodnight Ladies.

* Bonus Track, Edición por el 30 aniversario:


12) Hangin' 'Round [Acoustic demo].
13) Perfect Day [Acoustic demo].
 
 
 
Lou Reed venía de abandonar The Velvet Underground en 1970 y  decidió entonces tomarse un año sabático musicalmente hablando, primero dedicándose a la pintura y, posteriormente, trabajando de mecanógrafo, en Long Island, para su padre. En este panorama mesetario, irrumpe con fuerza David Bowie.
Biwie y Reed se conocieron en 1971. Mientras Lou  había optado por pasar a segundo plano, el Camaleón (Bowie) estaba en la cresta de la ola: ese año grabó el exitoso Hunky Dory. 
Bowie admiraba el trabajo de la Velvet y convenció a su manager, Tony de Fries, para que le consiguiera un contrato a su amigo. Así, Reed fichó por el sello de Bowie, RCA UK, y en diciembre de ese año machó a la capital inglesa para grabar su primer disco en solitario -titulado Lou Reed-. Resultado: un fracaso Comercial pero no así artístico.


En mayo de 1972, Reed recurre de nuevo a Bowie para grabar unas maquetas de lo que posteriormente sería Transformer. La grabación del disco arrancó el 2 de agosto de ese año y concluyó tan solo nueve días después. Todas las canciones de Transformer fueron compuestas por Reed, pero quienes realmente se encargaron de pulir la piedra fueron Bowie y, especialmente, el guitarrista de Spiders from Mars, el maravilloso Mick Ronson, Ronno (Quien también acompañara a Bob Dylan en la gira The Rolling Thunder Revue). Lou Reed presentó unas melodías anárquicas y ni siquiera se daba cuenta de cuándo tocaba con la guitarra desafinada. No fue una empresa fácil para Ronno hacer entrar en razón a Reed aunque, finalmente, entre los tres fabricaron una obra maestra......


Transformer arranca con Vicious, una canción contra una chica -obviamente- viciosa que quiere que le golpeen con un palo y a la que Reed pregunta "¿por qué no te tragas hojas de afeitar?". Le siguen Andy's Chest y una de las canciones "más" reconocidas, Perfect day, que parece que narra una típica, tópica y rosa historia de amor pero que concluye con un avinagrado "cosecharás lo que has sembrado". Algunos críticos sostienen que, en este tema, el autor se refiere a la heroína.
Por Hangin' round circula un riff que se graba a fuego en la memoria junto a algunos personajes caracterizados con la crudeza y el humor negro de Reed, como Harry, "un hombre rico que se hizo sacerdote" o la "mocosa malcriada" Jeanny. La quinta canción es Walk on the wild side, quien se transformó en un éxito radiofónico por casualidad: el locutor de la BBC Johnny Walter la escogió al azar en representación de Transformer, que iba a ser presentado como disco de la semana. En el tema, Reed describe a algunos de los personajes -como el travesti Holly Woodlawn o el modelo y actor Joe Dallesandro- que frecuentaron The Factory, el estudio de arte que Andy Warhol fundó en Manhattan.
Continúa el disco con Make up, con la hermosa Satellite of love y con Wagon Wheel. New York telephone conversation es la canción más corta del disco y está grabada en vivo junto a Bowie, acompañados sólo de piano, batería y bajo. Finaliza Transformer con la animada I'm so free y con Goodnight ladies, canción como de cierre de bar, que recoge el siguiente verso: "Hemos estado juntos durante mucho tiempo, pero ahora es momento de drogarse"....



 






julio 23, 2014

Chango Fango Recomienda.........


Cage The Elephant - Come A Little Closer

 

Best Coast - Crazy For You

 

Peter, Bjorn & John - Objects Of My Affection

 

Antony and The Johnsons - Thank You For Your Love

 

Conor Oberst and the Mystic Valley Band

 

Deerhoof - We Do Parties

 


Dan Sartain - Walk Among The Cobras 

 

Eagles of Death Metal - I Want You So Hard  

 

 Editors - An End Has A Start 

 

My Diet Pill - General's Crown

 

Nick Cave & The Bad Seeds - In The Ghetto

 

 Of Monsters and Men - Little Talks (live at Nova Stage)

 

The Hold Steady - I Hope This Whole Thing Didn't Frighten You

 

The Jennifers You're My Star

 

The Raveonettes - Curse the Night

 

The Notwist - Chemicals

 

Tame Impala - Elephant

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Breaking the Waves (1996) -Rompiendo las Olas- /Trailer, Ficha, Sinopsis & ....../

Breaking the Waves (1996) - Official Trailer 

 
Rompiendo las Olas - Trailer 

Título original: Breaking The Waves.
Titulo en español: Rompiendo las Olas.
Año: 1996.
Duración: 159 min.
País: Dinamarca.
Director: Lars Von Trier.
Guión: Lars Von Trier.
Música: Joachim Holbek.
Fotografía: Robby Müller
Reparto: Emily Watson, Stellan Skarsgård, Katrin Cartlidge, Jean-Marc Barr, Udo Kier,
Adrian Rawlins, Mikkel Gaup, Jonathan Hackett, Sandra Voe, Roef Ragas, Phil McCall,
Robert Robertson, Desmond Reilly, Sarah Gudgeon, Finlay Welsh & David Gallagher.
Productora: Trust Film SV. AB & Liberator Production S.A.R.L.


A principios de los años 70, Bess, una ingenua joven de un pueblo remoto de Escocia, se enamora de Jan, un obrero mundano que trabaja en la industria petrolera (Una plataforma en el medio del frío océano) . A pesar de la oposición de la rígida comunidad puritana a la que pertenecen, Bess y Jan se casan. Tras la boda, él vuelve a su duro trabajo, y ella cuenta ansiosamente (Muy) los días esperando su vuelta. Bess, una creyente de Dios devota, cree que su amor está bendecido por el cielo; pero un día sucede algo terrible... y es allí donde esta desgarradora historia comienza......

 


julio 22, 2014

La Chica Más Guapa de la Ciudad X Sir Charles Bukowski........

Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decía que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una maquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.
Sus hermanas la acusaban de desperdiciar su belleza, de no utilizar lo bastante su inteligencia, pero Cass poseía inteligencia y espíritu; pintaba, bailaba, cantaba, hacía objetos de arcilla, y cuando la gente estaba herida, en el espíritu o en la carne, a Cass le daba una pena tremenda. Su mente era distinta y nada más; sencillamente, no era práctica. Sus hermanas la envidiaban porque atraía a sus hombres, y andaban rabiosísimas porque creían que no las sacaba todo el partido posible. Tenía la costumbre de ser buena y amable con los feos; los hombres considerados guapos le repugnaban: "No tienen agallas -decía ella-. No tienen nervio. Confían siempre en sus orejitas perfectas y en sus narices torneadas... todo fachada y nada dentro..." Tenía un carácter rayando la locura; Un carácter que algunos calificaban de locura.


 Su padre había muerto del alcohol y su madre se había largado dejando solas a las chicas. Las chicas se fueron con una pariente que las metió en un colegio de monjas. El colegio había sido un lugar triste, más para Cass que para sus hermanas. Las chicas envidiaban a Cass y Cass se peleó con casi todas. Tenía señales de cuchilladas por todo el brazo izquierdo, de defenderse en dos peleas. Tenía también una cicatriz imborrable que le cruzaba la mejilla izquierda; pero la cicatriz, en vez de disminuir su belleza, parecía por el contrarío, realzarla.
Yo la conocí en el bar West End unas noches después de que la soltaran del convento. Al ser la más joven, fue la última hermana que soltaron. Sencillamente entró y se sentó a mi lado. Yo quizá sea el hombre más feo de la ciudad, y puede que esto tuviera algo que ver con el asunto.
- ¿Tomas algo?
- Claro, ¿Por qué no?
No creo que hubiese nada especial en nuestra conversación esa noche, era sólo el sentimiento que Cass transmitía. Me había elegido y no había más. Ninguna presión, Le gustó la bebida y bebió mucho. No parecía tener edad, pero de todos modos le sirvieron. Quizás hubiese falsificado el carnet de identidad, no sé. En fin, lo cierto es que cada vez que volvía del retrete y se sentaba a mi lado yo sentía cierto orgullo. No sólo era la mujer más bella de la ciudad, sino también una de las más bellas que yo había visto en mi vida. Le eché el brazo a la cintura y la besé una vez.
- ¿Crees que soy bonita?- preguntó.
- Sé, desde luego. Pero hay algo más... algo más que tu apariencia...
- La gente anda siempre acusándome de ser bonita. ¿Crees de veras que soy bonita?
- Bonita no es la palabra, no te hace justicia.
Buscó en su bolso. Creía que buscaba el pañuelo. Sacó un alfiler de sombrero muy largo. Antes de que pudiese impedírselo, se había atravesado la nariz con él, de lado a lado, justo sobre las ventanillas. Sentía repugnancia y horror.
Ella me miró y se echó a reír.
- ¿Crees ahora que soy bonita? ¿Qué piensas ahora, eh?
Saqué el alfiler y puse mi pañuelo sobre la herida. Algunas personas, incluido el encargado, habían observado la escena. El encargado se acercó.
-Mira -dijo a Cass-, si vuelves a hacer eso te echo. Aquí no necesitamos tus exhibiciones.
- ¡Vete a la mierda, amigo! -dijo ella.
- Será mejor que la controles -me dijo el encargado.
- No te preocupes -dije yo.
- Es mi nariz -dijo Cass-, puedo hacer lo que querrá con ella
- No -dije-, a mí me duele.
- ¿Quieres decir que te duele a ti cuando me clavo un alfiler en la nariz?
- Sí, me duele, de veras.
- De acuerdo, no lo volveré a hacer. Animo
Me besó, pero como riéndose un poco en medio del beso y sin soltar el pañuelo de la nariz. Cuando cerraron nos fuimos a donde yo vivía. Tenía un poco de cerveza y nos sentamos a charlar. Fue entonces cuando pude apreciar que era una persona que rebosaba bondad y cariño. Se entregaba sin saberlo. Al mismo tiempo, retrocedía a zonas de descontrol e incoherencia. Esquizoide. Una esquizo hermosa y espiritual. Quizás algún hombre, algo acabase destruyéndola para siempre. Esperaba no ser yo.
Nos fuimos a la cama y cuando apagué las luces me preguntó:
- ¿Cuándo quieres hacerlo, ahora o por la mañana?
- Por la mañana -dije, y me di la vuelta.
Por la mañana me levanté, hice un par cafés y le llevé uno a la cama.
Se echó a reír.
- Eres el primer hombre que conozco que ha querido hacerlo por la noche.
- No hay problema -dije-. En realidad no tenemos por que hacerlo.
- No, espera, ahora quiero yo. Déjame que me refresque un poco.
Se fue al baño. Salió enseguida, realmente maravillosa, largo pelo negro resplandeciente, ojos y labios resplandeciente, toda resplandor... Se desperezó sosegadamente, buena cosa. Se metió en la cama.


- Ven, amor.
Fui.
Besaba con abandono, pero sin prisa. Dejé que mis manos recorriesen su cuerpo. Acariciasen su pelo. La monté. Su carne era cálida y prieta. Empecé a moverme despacio y queriendo que durara. Ella me miraba a los ojos.
- ¿Cómo te llamas? -pregunté.
- ¿Qué diablos importa? -preguntó ella.
Solté una carcajada y seguí. Después se vistió y la llevé en coche al bar, pero era difícil olvidarla. Yo no trabajaba y dormí hasta las dos y luego me levanté y leí el periódico. Cuando estaba en la bañera, entro ella con una hoja: una oreja de elefante.
- Sabía que estabas en la bañera -dijo-, así que te traje algo para tapar esa cosa, hijo de la naturaleza.
Y me echó encima, en la bañera, la hoja de elefante.
- ¿Cómo sabías que estaba en la bañera?
- Lo sabía.
Cass llegaba casi todos los días cuando yo estaba en la bañera. No era siempre la misma hora, pero raras veces fallaba, y traía la hoja de elefante. Y luego hacíamos el amor.
Telefoneo una o dos noches y tuve que sacarla de la cárcel por borrachera y pelea pagando la fianza.
- Esos hijos de puta - decía-, sólo porque te pagan unas copas creen que pueden echarte mano a las bragas.
- La culpa la tienes tú por aceptar la copa
- Yo creía que se interesaba por mí, no sólo por mi cuerpo.
- A mí me interesas tú y tu cuerpo. Pero dudo que la mayoría de los hombres puedan ver más allá de tu cuerpo.
Dejé la ciudad y estuve fuera seis meses, anduve vagabundeando; volví. No había olvidado a Cass ni un momento, pero habíamos tenido algún tipo de discusión y además yo tenía ganas de ponerme en marcha, y cuando volví pensé que se habría ido; pero no llevaba sentado treinta minutos en el West End cuando ella llegó y se sentó a mi lado.
- Vaya, cabrón, has vuelto.
Pedí un trago para ella. Luego la miré. Llevaba un vestido de cuello alto. Nuca la había visto así. Y debajo de cada ojo, clavado, llevaba un alfiler de cabeza de cristal. Sólo se podían ver las cabezas de los alfileres, pero los alfileres estaban clavados.
- Maldita sea, aún sigues intentando destruir tu belleza....
- No, no seas tonto, es la moda.
- Estas chiflada.
- Te he echado de menos -dijo
- ¿Hay otro?
- No, no hay ninguno. Solo tú. Pero ahora hago la vida. Cobro diez billetes. Pero para ti es gratis.
- Sácate esos alfileres.
- No, es la moda.
- Me hace muy desgraciado.
- ¿Estás seguro?
- Sí, mierda, estoy seguro.
Se sacó lentamente los alfileres y los guardo en el bolso.
- Porque la gente cree que es todo lo que tengo. La belleza no es nada. La belleza no permanece. No sabes la suerte que tienes siendo feo, porque si le agradas a alguien sabes que es por otra cosa.
- Vale -dije-, tengo mucha suerte.
- No quiero decir que seas feo. Sólo que la gente cree que lo eres. Tienes una cara fascinante.
- Gracias.
Tomamos otra copa.
- ¿Qué andas haciendo? -preguntó.
- Nada. No soy capaz de apegarme a nada. Nada me interesa.
- A mí tampoco. Si fueses mujer podrías ser puta.
- No creo que quisiera establecer un contacto tan íntimo con tantos extraños. Debe ser un fastidio.
- Tienes razón, es fastidioso, todo es fastidioso


Salimos juntos, por la calle, la gente aún miraba a Cass. Aún era una mujer hermosa, quizá más que nunca.
Fuimos a casa y abrir una botella de vino y hablamos. A Cass y a mí, siempre nos era fácil hablar. Ella hablaba un rato yo escuchaba y luego hablaba yo. Nuestra conversación fluía fácil sin tensión. Era como si descubriésemos secretos juntos. Cuando descubríamos uno bueno, Cass se reía con aquella risa.. de aquella manera que sólo ella podía reírse. Era como el gozo del fuego. Y durante la charla nos besábamos y nos arrimábamos. Nos pusimos muy calientes y decidimos irnos a la cama. Fue entonces cuando Cass se quito aquel vestido del cuello alto y lo vi... Vi la mellada y horrible cicatriz que le cruzaba el cuello. Era grande y ancha.
- Maldita sea, condenada, ¿Qué has hecho? -dije desde la cama
- Lo intenté con una botella rota una noche. ¿Ya no te gusto? ¿Soy bonita aún?
La arrastré a la cama y la besé. Me empujo y se echo a reír:
- Algunos me pagan los diez y luego, cuando me desvisto no quieren hacerlo. Yo me quedo los diez. Es muy divertido.
- Sí -dije-, no puedo parar de reír... Cass, zorra, te amo... deja de destruirte; eres la mujer con más vida que conozco.
Volvimos a besarnos. Cass lloraba en silencio. Sentí las lágrimas. Sentí aquel pelo largo y negro tendido bajo mí como una bandera de muerte. Disfrutamos e hicimos un amor lento y sombrío y maravilloso.
Por la mañana, Cass estaba levantada haciendo el desayuno. Parecía muy tranquila y feliz. Cantaba. Yo me quedé en la cama gozando su felicidad. Por fin, vino y me zarandeó.
- ¡Arriba, cabrón! ¡Chapúzate con agua fría la cara y la polla y ven a disfrutar del banquete!
Ese día la llevé en coche a la playa. No era un día de fiesta y aún no era verano, todo estaba espléndidamente desierto. Vagabundos playeros en andrajos dormían en la arena. Había otros sentados en bancos de piedra compartiendo una botella solitaria. Las gaviotas revoloteaban, estúpidas pero distraídas. Ancianas de setenta y ochenta, sentadas en los bancos, discutiendo ventas de fincas dejadas por maridos asesinados mucho tiempo atrás por la angustia y la estupidez de la supervivencia. Había paz en el aire y paseamos y estuvimos tumbados por allí y no hablamos muchos. Era agradable simplemente estar juntos. Compré bocadillos, patatas fritas y bebidas y nos sentamos a beber en la arena. Luego abracé a Cass y dormimos así abrazados un rato. Era mejor que hacer el amor. Era como fluir juntos sin tensión. Luego volvimos a casa en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass en mi coche y preparé la cena. Después de cenar, sugerí a Cass que viviésemos juntos. Se quedó mucho rato mirándome y luego dijo lentamente "NO". La llevé de nuevo al bar, le pagué una copa y me fui.
Al día siguiente, encontré un trabajo como empaquetador en una fabrica y trabajé todo lo que quedaba de semana. Estaba demasiado cansado para andar mucho por ahí, pero el viernes por la noche me acerqué al West End. Me senté y esperé a Cass. Pasaron horas. Cuando estaba ya bastante borracho, me dio el encargado.
- Siento lo de tu amiga.
- ¿El qué? -pregunté.
- Lo siento. ¿No lo sabías?
- No
- Suicidio, la enterraron ayer
- ¿Enterrada? -pregunté. Parecía como si fuese a aparecer en la puerta de un momento a otro. ¿Cómo podía haber muerto?
- La enterraron las hermanas
- ¿Un suicidio? ¿Cómo fue?
- Se cortó el cuello.
- Ya. Dame otro trago.
Estuve bebiendo allí hasta que cerraron. Cass, la más bella de las cinco hermanas, la chica más guapa de la ciudad. Conseguí conducir hasta casa sin poder dejar de pensar que debería haber insistido en que se quedara conmigo en vez de aceptar aquel "NO". Todo en ella había indicado que le pasaba algo. Yo sencillamente había sido demasiado insensible, demasiado despreocupado. Me merecía mi muerte y la de ella. Era un perro. No, ¿Por qué acusar a los perros? Me levanté, busqué una botella de vino, bebí lúgubremente. Cass, la chica más guapa de la ciudad muerta a los veinte años.
Fuera, alguien tocaba la bocina de un coche. Unos bocinazos escandalosos, persistentes. Dejé la botella y aullé "¡MALDITO SEAS, CONDENADO HIJO DE PUTA, CALLATE YA!".
Y seguía avanzando la noche y yo nada podía hacer.


julio 18, 2014

Maureen Tucker......



MOE TUCKER-'Too Shy'

-Maureen Tucker-
Moe Tucker- Vocals and Guitar (Velvet Underground)
Sterling Morrison- Guitar ( Velvet Underground)
Sonny Vincent- Guitar (Testors, Shotgun Rationale)
Victor Delorenzo-Drums (Violent Femmes)
John Sluggett- Bass (Half Japanese)



julio 03, 2014

Esto es lo que mató a Dylan Thomas (Por Charles Bukowski)



Esto es lo que mató a Dylan Thomas
(Por Charles Bukowaki)

Subo al avión con mi novia, el técnico de sonido, el cámara y el productor. La cámara está funcionando. El técnico de sonido nos ha colocado unos pequeños micrófonos a mi novia y a mí. Voy camino a San Francisco para dar una lectura poética. Soy Henry Chinaski, poeta. Soy profundo, soy magnífico. Cojones. Bueno, sí, tengo unos magníficos cojones.
El canal 15 quiere hacer un documental sobre mí. Llevo puesta una camisa nueva y limpia, y mi novia es vibrante, maravillosa, con sus treinta y pocos años. Ella esculpe, escribe y hace maravillosamente el amor. La cámara está encima mío, pegada a mi cara. Yo hago como si no estuviese. Los pasajeros miran. Las azafatas deslumbran, la tierra les ha sido robada a los indios, Tom Mix está muerto, y yo me he tomado un buen desayuno.
Pero no puedo dejar de pensar en los años en habitaciones solitarias, cuando las únicas personas que llamaban a mi puerta eran las caseras pidiendo el alquiler atrasado, o el F.B.I. Yo vivía con ratas y ratones y vino, y mi sangre se derramaba por las paredes en un mundo que no podía entender ni todavía puedo. Más que vivir, me moría de hambre; corría enloquecido entre mis propios pensamientos y me escondía. Cerraba todas las persianas y miraba fijamente al techo. Cuando salía, era para irme a algún bar, donde mendigaba algún trago, hacía recados y era golpeado en callejones por hombres seguros y bien alimentados. Bueno, gané algunas peleas, pero sólo porque estaba frenético. Pasé años sin mujeres, vivía de mantequilla de cacahuete y robaba pan y patatas cocidas. Era el imbécil, el bobo, el idiota. Quería escribir, pero la máquina estaba siempre jodida. Me rendía y bebía...



  
El avión despegó y la cámara seguía filmando. Mi novia y yo hablábamos. Llegaron las bebidas. Yo tenía la poesía, y una magnífica mujer. La vida estaba recuperándose. Pero las trampas, Chinaski, ten cuidado con las trampas. Luchaste por largo tiempo para poder tumbar al mundo del modo que deseabas. No dejes que una pequeña adulación o una cámara de cine te saquen de tu posición. Recuerda lo que dijo Jeffers: incluso los hombres más fuertes pueden caer atrapados, como Dios cuando pasó por la tierra.
Bueno, tú no eres Dios, Chinaski, relájate y toma otro trago. ¿Deberías quizá decir algo profundo para el técnico de sonido? No, déjale sudar. Déjales sudar a todos. Es su jodida película. Trata de adivinar el tamaño de las nubes. Estás volando con ejecutivos de I.B.M., de Texaco, de...
Estás volando con el enemigo.
Al bajar del avión, en la escalerilla, un hombre me pregunta:
—¿Qué ocurre con todas esas cámaras? ¿Qué es lo que pasa?
—Soy un poeta —le digo.
—¿Un poeta? —pregunta él—. ¿Cómo se llama usted?
—García Lorca —digo...





Bien, North Beach es diferente. Son jóvenes y llevan pantalones vaqueros y andan dando vueltas por ahí. Estoy viejo. ¿Dónde están los jóvenes de hace 20 años? ¿Dónde está Joe el tarambana? Todo eso. Bueno, estuve en San Francisco hace 30 años y evité pasar por North Beach. Ahora estoy paseando por ella. Veo mi cara en carteles por todas partes. Ten cuidado, viejo, la chupada ha comenzado. Quieren sacarte la sangre.
Mi novia y yo paseamos con Marionetti. Muy bien, aquí estamos, paseando con Marionetti. Es agradable estar con Marionetti, tiene unos ojos amables y las jovencitas le paran por la calle y hablan con él. Ahora, pienso, me podría quedar en San Francisco... pero no. Lo mejor es volver a L. A. con la ametralladora montada en la ventana delantera. Puede que atraparan a Dios, pero Chinaski va prevenido por el diablo. No les será fácil...
Marionetti se va y ahí hay un café beatnik. Nunca he estado en un café beatnik. Ahora estoy en un café beatnik. Mi chica y yo pedimos del mejor —60 centavos la taza—. Gran rato. No vale los sesenta centavos. Los chicos se sientan a las mesas, mirando fijamente sus cafés y esperando a que ocurra. No va a ocurrir.
Cruzamos la calle hacia un café italiano. Marionetti está de vuelta con el tío del S.F. Chronicle que dijo en su columna que yo era el mejor escritor de relatos que había aparecido desde Hemingway. Le dije que estaba equivocado; no sé cuál será el mejor desde que la palmó el Hemingway, pero no es Henry Chinaski. Soy demasiado descuidado. No pongo suficiente esfuerzo. Estoy cansado.
Llega el vino. Mal vino. La señora trae sopa, ensalada y una fuente de raviolis. Otra botella de vino malo. Estamos demasiado llenos para comernos la monstruosa fuente. La conversación es floja. No tratamos de ser brillantes. Tal vez no podamos. Salimos fuera.
Camino detrás de ellos, subiendo la colina. Camino con mi hermosa novia. Empiezo a vomitar. Vino tinto malo. Ensalada. Sopa. Raviolis. Siempre vomito antes de dar una lectura. Es una buena señal. El borde está afilado. El cuchillo está en mi estómago mientras subo la colina.
 Nos meten en una habitación, nos dejan algunas botellas de cerveza. Ojeo por encima mis poemas. Estoy aterrado. Vomito en el lavabo, vomito en el retrete, vomito sobre el suelo. Ya estoy listo.






El mayor lleno desde Yevtushenko... Salgo al escenario. Mierda caliente. Chinaski mierda caliente. Hay una neverita detrás mío llena de cervezas. La abro y saco una. Me siento y empiezo a leer. Han pagado 2 dólares por cabeza. Buena gente, ésta. Algunos me son hostiles desde el principio. Un tercio del público me odia, un tercio me adora, y el otro tercio no sabe qué coño hacer. Tengo algunos poemas que sé que van a aumentar el odio. Es bueno sentir hostilidad, mantiene la cabeza despejada,
—¿Quiere levantarse Laura Day, por favor? ¿Quiere mi amor ponerse de pie?
Ella lo hace, agitando los brazos. Alguna gente aplaude.
Comienzo a interesarme más en la cerveza que en la poesía. Hablo entre los poemas, palabras secas y banales, mediocres. Soy H. Bogart. Soy Hemingway. Soy mierda caliente.
—¡Lee los poemas, Chinaski! —gritan ellos.
Tienen razón, claro. Trato de dedicarme de lleno a los poemas. Pero me paso gran parte del tiempo abriendo la puerta de la nevera. Hace el trabajo más fácil, y ellos han pagado ya. Me han dicho que una vez John Cage salió al escenario, se comió una manzana, se fue, y ganó mil dólares. Supuse que a mí todavía me faltaban unas cuantas cervezas.
Bueno, acabó. Vinieron a mi alrededor. Autógrafos. Habían venido desde Oregon, L. A., Washington. Había también jovencitas hermosas y encantadoras. Esto es lo que mató a Dylan Thomas.
Vuelvo a subir las escaleras hacia nuestra habitación, bebiendo cerveza y hablando con Laura y Joe Krysiak. La gente golpea la puerta allá abajo. «¡Chinaski! ¡Chinaski!» Joe baja a contenerlos. Soy una estrella rock. Finalmente bajo y dejo entrar a unos cuantos. Conozco a algunos de ellos. Poetas muertos de hambre. Editores de pequeñas revistas. Se cuelan unos que no conozco. Está bien, está bien.
—¡Cerrad la puerta!
Bebemos. Bebemos. Bebemos. Es sólo otra fangosa borrachera de cerveza. Entonces el editor de una pequeña revista empieza a pegarse con un crítico. No me gusta. Trato de separarlos. Una ventana se rompe. Los echo por las escaleras. Echo a todo el mundo por las escaleras, excepto a Laura. La fiesta ha terminado.  Bueno,  no del  todo.  Laura y yo estamos en ella.  Mi amor y yo estamos dentro. Ella está cabreada, tengo una tormenta que capear. Me grita. Por nada, como siempre. Le digo que se vaya al infierno. Lo hace.
Me despierto horas más tarde y ella está de pie en medio de la habitación. Me levanto de la cama y me dispongo a besarla. Se me echa encima.
—¡Te mataré, hijo de puta!
Estoy bebido. Ella está encima mío en el suelo de la cocina. Mi cara está sangrando. Me muerde y me hace un agujero en el brazo. No quiero morir. ¡No quiero morir! ¡Que la pasión sea condenada! Corro dentro de la cocina y me vierto media botella de yodo sobre el brazo. Ella está echando fuera de su maleta mis calzoncillos y camisas, cogiendo su billete de avión. Otra vez se va por su camino. Hemos acabado para siempre otra vez. Vuelvo a la cama y escucho sus tacones bajando la colina.



 En el avión de regreso la cámara está funcionando. Estos tíos del canal 15 quieren sacar mi vida hasta las tripas. Zooms hacia el agujero de mi brazo. Tengo dos profundos arañazos en la mano. Y por toda la cara.
—Caballeros —digo—. No hay manera de hacer nada con las mujeres. No hay forma.
Todos mueven la cabeza en señal de asentimiento. El técnico de sonido asiente, el cámara asiente, el productor asiente. Algunos de los pasajeros asienten. Yo bebo duro todo el viaje, saboreando mi pena, como se dice. ¿Qué puede hacer un poeta sin dolor? Lo necesita tanto como a la máquina de escribir.
Por supuesto, al llegar me paro en el bar del aeropuerto. Lo hubiera hecho de cualquier modo. La cámara me sigue. Los tíos del bar miran, cogen sus bebidas y hablan de lo imposible que es hacer nada con las mujeres.
Mis honorarios por la lectura son de 400 dólares.
—¿Para qué está esa cámara? —me pregunta el tío de al lado.
—Soy un poeta —le digo.
—¿Un poeta? —pregunta él—. ¿Cómo te llamas?
Dylan Thomas —contesto.
Cojo mi bebida, la vacío de un trago y miro fijamente al frente. Estoy en mi camino.