julio 30, 2017

Según iba bajando por Ríos impasibles, me sentí abandonado por los hombres que sirgan: Pieles Rojas gritones les habían flechado, tras clavarlos desnudos a postes de colores. Iba, sin preocuparme de carga y de equipaje, con mi trigo de Flandes y mi algodón inglés. Cuando al morir mis guías, se acabó el alboroto: los Ríos me han llevado, libre, adonde quería. En el vaivén ruidoso de la marea airada, el invierno pasado, sordo, como los niños, corrí. Y las Penínsulas, al largar sus amarras, no conocieron nunca zafarrancho mayor. La galerna bendijo mi despertar marino, más ligero que un corcho por las olas bailé ––olas que, eternas, rolan los cuerpos de sus víctimas–– ¬diez noches, olvidando el faro y su ojo estúpido. Agua verde más dulce que las manzanas ácidas en la boca de un niño mi casco ha penetrado, y rodales azules de vino y vomitonas me lavó, trastocando el ancla y el timón. Desde entonces me baño inmerso en el Poema del Mar, infusión de astros y vía lactescente, sorbiendo el cielo verde, por donde flota a veces, pecio arrobado y pálido, un muerto pensativo. Y donde, de repente, al teñir los azules, ritmos, delirios lentos, bajo el fulgor del día, más fuertes que el alcohol, más amplios que las liras, fermentan los rubores amargos del amor. Sé de cielos que estallan en rayos, sé de trombas, resacas y corrientes; sé de noches… del Alba exaltada como una bandada de palomas. ¡Y, a veces, yo sí he visto lo que alguien creyó ver! He visto el sol poniente, tinto de horrores místicos, alumbrando con lentos cuajarones violetas, que recuerdan a actores de dramas muy antiguos, las olas, que a lo lejos, despliegan sus latidos. Soñé la noche verde de nieves deslumbradas, beso que asciende, lento, a los ojos del mar, el circular de savias inauditas, y azul y glauco, el despertar de fósforos canoros. Seguí durante meses, semejante al rebaño histérico, la ola que asalta el farallón, sin pensar que la luz del pie de las Marías pueda embridar el morro de asmáticos Océanos. ¡He chocado, creedme, con Floridas de fábula, donde ojos de pantera con piel de hombre desposan las flores! ¡Y arcos iris, tendidos como riendas para glaucos rebaños, bajo el confín marino! ¡He visto fermentar marjales imponentes, nasas donde se pudre, en juncos, Leviatán! ¡Derrubios de las olas, en medio de bonanzas, horizontes que se hunden, como las cataratas. ¡Hielos, soles de plata, aguas de nácar, cielos de brasa! Hórridos pecios engolfados en simas, donde enormes serpientes comidas por las chinches caen, desde los árboles corvos de negro aroma! Quisiera haber mostrado a los niños doradas de agua azul, esos peces de oro, peces que cantan. ––Espumas como flores mecieron mis derivas y vientos inefables me alaron , al pasar. A veces, mártir laso de polos y de zonas, el mar, cuyo sollozo suavizaba el vaivén, me ofrecía sus flores de umbría, gualdas bocas, y yacía, de hinojos, igual que una mujer. Isla que balancea en sus orillas gritos y cagadas de pájaros chillones de ojos rubios bogaba, mientras por mis frágiles amarras bajaban, regolfando, ahogados a dormir. Y yo, barco perdido bajo cabellos de abras, lanzado por la tromba en el éter sin pájaros, yo, a quien los guardacostas o las naves del Hansa no le hubieran salvado el casco ebrio de agua, libre, humeante, herido por brumas violetas, yo, que horadaba el cielo rojizo, como un muro del que brotan ––jalea exquisita que gusta al gran poeta–– líquenes de sol, mocos de azur, que corría estampado de lúnulas eléctricas, tabla loca escoltada por hipocampos negros, cuando julio derrumba en ardientes embudos, a grandes latigazos, cielos ultramarinos, que temblaba, al oír, gimiendo en lejanía, bramar los Behemots y, los densos Malstrones, eterno tejedor de quietudes azules, yo, añoraba la Europa de las viejas murallas ¡He visto archipiélagos siderales, con islas cuyo cielo en delirio se abre para el que boga: ––i.Son las noches sin fondo, donde exiliado duermes, millón de aves de oro, ¡oh futuro Vigor!? . ¡En fin, mucho he llorado! El Alba es lastimosa. Toda luna es atroz y todo sol amargo: áspero, el amor me hinchó de calmas ebrias. ¡Que mi quilla reviente! ¡Que me pierda en el mar! Si deseo alguna agua de Europa, está en la charca negra y fría, en la que en tardes perfumadas, un niño, acurrucado en sus tristezas, suelta un barco leve cual mariposa de mayo. Ya no puedo, ¡oleada!, inmerso en tus molicies, usurparle su estela al barco algodonero, ni traspasar la gloria de banderas y flámulas ni nadar, ante el ojo horrible del pontón. (El Barco Ebrio x Arthur Rimbaud)

*-The Jesus and Mary Chain/Psychocandy(Escocia 1985)-*


*-The Jesus and Mary Chain/Darklands(Escocia 1987)-*


*-The Jesus and Mary Chain/Automatic(Escocia 1989)-*












julio 26, 2017

Roberto Arlt (Argentina, 2-abr-1900/26-jul-1942).....




#Es síntoma de una inteligencia universal poder regalarse con distintas bellezas.

#Allí bebimos, pero la vida giraba en torno nuestro como el paisaje en los ojos de un ebrio.

#Trabajando para conseguir el dinero o el poder o la gloria no se aperciben que se va acercando la muerte.

#¿Qué será de mí? En ese instante, sobre el alma, el cuerpo me pesaba como un traje demasiado grande y mojado.

#¿Qué significa el esfuerzo en la gran llanura, comparado con la lucha en la mar traidora o en la montaña empinadísima?

#Te prevengo que tengo el corazón duro, pero hay momentos en que me dejaría hacer pedazos por el primer desgraciado que se me cruza al paso.

#Se percibe la frialdad de los huesos de los antiguos muertos. Parece que en este paraje en ruinas se hubiera detenido la respiración del mundo.

#Estoy colmado de imprecisos deseos, de una vaguedad que es como neblina, y adentrándose en todo mi ser, lo torna casi aéreo, impersonal y alado.

#El vidrio del ojo de buey estaba roto, y por allí se colaban ráfagas de viento que hacían bailar la lengua amarilla de una candela sujeta en una palmatoria al muro.

#¡Ah, es menester saber las miserias de esta vida puerca, comer el hígado que en la carnicería se pide para el gato, y acostarse temprano para no gastar el petróleo de la lámpara!

#El hombre siente que su cuerpo se confunde en el cansancio con las sábanas; y, de pronto, el cacareo de un gallo lo hace respingar furiosamente. Otro gallo contesta a la distancia.

#En todas partes se ha infiltrado el hombre y su ciudad. Piensa que hay murallas infinitas. Edificios que tienen ascensores rápidos y ascensores mixtos: tanta es la altura a recorrer.

#El aprendizaje de ratero tiene esta ventaja: darle sangre fría a uno, que es lo más necesario para el oficio. Además, la práctica del peligro contribuye a formarnos hábitos de prudencia.

#Siento un desprecio absoluto por el dinero. Para otro hombre, el dinero que usted me quitó por la violencia constituiría una desgracia irreparable; para mí...Ese dinero no existió nunca.

#De allí que en las Américas la vida sea fácil para el gallego. No se siembra sobre piedras. La tierra es tan tierna que en verano se la cruza en ferrocarril entre grandes nubes de polvo.


#Estéticamente, psicológicamente, el espíritu, los hechizos, los demonios, son las formas humanas, en que el ser viviente puede traducir con palabras la emoción de belleza que le produce el paisaje.

#(...) Otros creen que con el Poder serán dichosos. Y cuando les llega el poder, la sensibilidad para gustarlo se les hizo pedazos entre todas las bellaquerías que ejecutaron para conseguir el poder.

#El perfecto comunista no debe vacilar ni un instante en emplear para el triunfo de la causa proletaria universal todos los crímenes que condena la moral capitalista...En los que no tienen un centavo.

#Yo ahora era libre, podía hacer lo que se me antojara...Matarme si quería...Pero eso era algo ridículo...Y yo...Yo tenía necesidad de hacer algo hermosamente serio, bellamente serio: adorar a la vida.

#Y la simplicidad de este sueño se enriquecía con el nombre de Brasil que, áspero y caliente, proyectaba ante él una costa sonrosada y blanca, cortando con aristas y perpendiculares al mar tiernamente azul.

#¡Cuántas veces he pensado, mirando las criaturas que juegan en las plazas! ¿Cuál dentro de algunos años será un asesino? ¿Cuál de éstas una prostituta? ¡Dios mío! ..Hay momentos en que dan ganas de matarse.

#Sí, vida...Vos sos linda, vida... ¿Sabés? De aquí en adelante adoraré a todas las cosas hermosas de la Tierra...Cierto...Adoraré a los árboles, y a las casas y a los cielos...Adoraré todo lo que está en vos...

#A momentos me decía lo curioso que hubiera resultado para los otros pasajeros el saber que esos dos hombres, hundidos en el acolchado de cuero de los asientos, eran: uno el próximo asesino y el otro su víctima.

#Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma. Busco un poema que no encuentro, el poema de un cuerpo a quien la desesperación pobló súbitamente en su carne, de mil bocas grandiosas, de dos mil labios gritadores.





#A la vuelta de la esquina, enrejados, cinco ábsides de piedra festoneados por cortinas de hiedra, calados por largos ventanales sin cristales. Melancolía de muerte. No he visto jamás ruinas tan delicadas ni siniestras.

#Cada hombre lleva en sí una distinta cantidad de voluntad de vivir. Cuantas más fuerzas, más pasiones, más deseos, más furores de plasmarse en todas las direcciones de inteligencia que se ofrecen a la sensibilidad humana.

#No creían en la felicidad. De más está decir que una esperanza posiblemente hubiera transformado a estas almas, pero la esperanza requiere cierta amplitud de sentimientos, incompatible con la total aceptación del fracaso que revelaban.

#Mi futura suegra escupía veneno. Sus ímpetus llevaban un ritmo mental sumamente curioso, pues oscilaban entre el homicidio compuesto y el asesinato triple. Al mismo tiempo que me sonreía con las mandíbulas, me daba puñaladas con los ojos.

#¿Qué hacer? Si yo abandonaba a Allí en el bosque, lo devorarían las fieras, las hormigas gigantes, los buitres. Si lo llevaba conmigo, me infectaba, si ya no lo estaba. ¿Qué hacer? Allí estaba perdido, y yo también, quizá, estaba perdido.

#Él, mi esposo, me venía a contar a mí sus relaciones con una prostituta. Y lo más grave era que estaba enamorado. Prescindo de que esa mujer fuera o no una depravada. Mientras él hablaba, yo me decía: ¿Qué es lo que querrá de mí este hombre?

#¿Quiénes van a hacer la revolución social, sino los estafadores, los desdichados, los asesinos, los fraudulentos, toda la canalla que sufre abajo sin esperanza alguna? ¿O te crees que la revolución la van a hacer los cagatintas y los tenderos?

#Galicia emociona como un dulcísimo llanto. Su paisaje es tan puro, que el corazón se arremansa en él. Su montaña no es brutal, sino idílica. Y yo sé cómo los seres humanos, que han nacido en la montaña, aman a la montaña. Es el amor de toda su vida.

#(...) Y a medida que se destrenza mi deseo, reconstruyo los vestidos con que la cortesana se embellecerá, los sombreros armoniosos con que se cubrirá para ser más seductora, y la imagino junto a su lecho, en una semidesnudez más terrible que el desnudo.

#Todo esto es una locura posible, y siempre se vive en una atmósfera de sueño y como de sonambulismo cuando se está en camino de realizar las cosas. Sin embargo, se va hacia ellas con una lentitud tan rápida que todo es sorprendente cuando se ha conseguido.

#(...) Siente que las espirales de su odio almacenan flexibilidad y potencia. Este odio es como el resorte de un tensor. En cuanto se rompa el retén, "mi cabeza volará a las estrellas. Me quedaré con el cuerpo sin cabeza, la garganta volcando, como un caño, chorros de sangre".

#Sobre esta tierra quién tendrá piedad de nosotros. Míseros, no tenemos un Dios ante quien postrarnos, y toda nuestra pobre vida llora. ¿Ante quién me postraré, a quién hablaré de mis espinos y de mis zarzas duras, de este dolor que surgió en la tarde ardiente y que aún es en mí?




#El ya no tenía ninguna esperanza, y su miedo de vivir se hacía más poderoso cuando pensaba que jamás tendría ilusiones, cuando obstinadamente fijos los ojos en un rincón de la estancia, reconocía que le era indiferente trabajar de lavaplatos en una fonda o de criado en un prostíbulo.

#Concentrado le miraba a los ojos, él sonreía como si la locura de un regocijo le ensanchara el alma, a momentos empalidecía; bebió dos vasos de cerveza uno tras otro, enjugóse los labios con el dorso de la mano y dijo con una voz que no parecía suya: - ¡Es linda vida! -Sí, la vida es linda.

#Un pueblo se hace comunista por hambre, o por el exceso de opresión. Nosotros no tenemos poderes para provocar el hambre...Tampoco para provocar la opresión. Los únicos que pueden oprimir y tiranizar a un estado son los militares. Entonces auxiliamos a los militares a clavar las uñas en el poder...

#Jubilosos de abochornar el peligro a bofetadas de coraje, hubiéramos querido secundarlo con la claridad de una fanfarria y la estrepitosa alegría de un pandero, despertar a los hombres, para demostrar qué regocijo nos engrandece las almas cuando quebrantamos la ley y entramos sonriendo en el pecado.

#Pequeñas mesitas laqueadas de rojo ponían al alcance de la mano chucherías de bronce. El aire aromatizaba simultáneamente a sándalo, a jazmín, a incienso y azahar. Piter se sentía embriagado de una esencia misteriosa más sutil, que parecía flotar permanentemente bajo el volumen de los olores inmediatos.

#En realidad, usted quisiera vivir como los demás, ser honrado como los demás, tener un hogar, una mujer, asomarse a la ventana para mirar los transeúntes que pasan, y sin embargo, ya no hay una sola célula de su organismo que no esté impregnada de la fatalidad que encierran esas palabras: tengo que matarlo.

#Sí, todo lo que imagina la mente del hombre puede ser realizado dentro de los tiempos. ¿No ha impuesto ya Mussolini la enseñanza religiosa en Italia? Le cito esto como una prueba de la eficacia del bastón en la espalda de los pueblos. La cuestión es apoderarse del alma de una generación...El resto se hace solo.

#Vaya, dígales a los hombres lo que es la casa negra. Y que yo era un asesino. Y sin embargo yo, el asesino, he amado todas las bellezas y he luchado en mí mismo contra todas las horribles tentaciones que hora tras hora subían de mis entrañas. He sufrido por mí, y por los otros, ¿Se da cuenta? , también por los otros...

#Usted sabrá que en el organismo humano existen bacterias que no resisten una temperatura de cuarenta grados. Estas bacterias provocan enfermedades. Entonces el sistema es provocar artificialmente en el organismo otra enfermedad que al suscitar la fiebre de cuarenta grados extermina los microorganismos realmente nocivos.

#Y Erdosain pensaba: No tendremos nunca contacto sexual. Para hacer más duradero nuestro amor, refrenaremos el deseo, y tampoco la besaré en la boca, sino en la mano. Y se imaginaba la felicidad que purificaría su vida, si tal imposible aconteciera, pero era más fácil detener la tierra en su marcha que realizar tal absurdo.

#Seremos como dioses. Donaremos a los hombres milagros estupendos, deliciosas bellezas, divinas mentiras, les regalaremos la convicción de un futuro tan extraordinario, que todas las promesas de los sacerdotes serán pálidas frente a la realidad del prodigio apócrifo. Y entonces, ellos serán felices... ¿Comprenden, imbéciles?

#Se ha inventado casi todo pero no ha inventado el hombre una máxima de gobierno que supere a los principios de un Cristo, un Buda. No. Naturalmente, no le discutiré el derecho al escepticismo, pero el escepticismo es un lujo de minoría...Al resto le serviremos la felicidad bien cocinada y la humanidad engullirá gozosamente la divina bazofia.




#Qué agradable es poder confesar sus intimidades en público, ¿No le parece, caballero? ¿Hay muchos en mi lugar que pueden sentarse impunemente a la mesa de un café y entablar una amable conversación con un desconocido como lo hago yo? No. Y, ¿Por qué no hay muchos, puede contestarme? �No sé...�Porque mi semblante respira la santa honradez.

#Así conversábamos en torno de la mesa del café, sombríos y gozosos de nuestra impunidad ante la gente, ante la gente que no sabía que éramos ladrones, y un espanto delicioso nos apretaba el corazón al pensar con qué ojos nos mirarían las nuevas doncellas que pasaban, si supieran que nosotros, tan atildados y jóvenes, éramos ladrones... ¡Ladrones!

#Estos imbéciles...Y yo se lo digo porque tengo experiencia...Bien engañados..., lo suficiente recalentados, son capaces de ejecutar actos que le pondrían a usted la piel de gallina. Literatos de mostrador. Inventores de barrio, profetas de parroquia, políticos de café y filósofos de centros recreativos serán la carne de cañón de nuestra sociedad.

#Lo que hay, es que esas cosas uno no se las puede decir a la gente. Lo tomarían por loco. Y yo me digo: ¿Qué hago de esta vida que hay en mí? Y me gustaría darla...Regalarla...Acercarme a las personas y decirles: ¡Ustedes tienen que ser alegres! , ¿Saben? , tienen que jugar a los piratas...Hacer ciudades de mármol...Reírse...Tirar fuegos arficiales.

#Algunas veces en la noche, yo pensaba en la belleza con que los poetas estremecieron al mundo, y todo el corazón se me anegaba de pena como una boca con un grito. Pensaba en las fiestas a que ellos asistieron, las fiestas de la ciudad, las fiestas en los parajes arbolados con antorchas de sol en los jardines florecidos, y de entre las manos se caía mi pobreza.

#Pero el fuego de las baterías parecía enconado rabiosamente sobre las ruinas; algunos proyectiles habían roto los caños del estanque; a cada explosión las piedras volaban entre espesas nubes de humo negro y polvo; por sobre el césped se podían ver los muebles destrozados por la explosión, los cojines despanzurrados. Cada proyectil arrancaba de la tierra surtidores de cascajos.

#Era una vida bestial la de esa gente. Vea...Del campo me acuerdo el amanecer, las primeras horas después de almorzar y del anochecer. Son tres terribles momentos de ese campo nuestro, que tiene una línea de ferrocarril cruzándolo, hombres con bombachas parados frente a un almacén de ladrillos colorados y automóviles Ford haciendo línea a lo largo de la fachada de una Cooperativa.

#Se dejó arrastrar por los impulsos que retuercen al hombre que se siente por primera vez a las puertas de la cárcel, impulsos ciegos que conducen a un desdichado a jugarse la vida en un naipe o en una mujer. Quizá buscando en el naipe y en la hembra una consolación brutal y triste, quizá buscando en todo lo más vil y hundido cierta certidumbre de pureza que lo salvará definitivamente.

#Realmente, el asesino ha sido un estúpido. Con haber preparado un cultivo de bacilos y dárselo en la sopa...Precisamente yo estaba tomando la sopa o en el café, quiero decir -agregó él-, la cuenta estaba liquidada. - ¿Y vos serías capaz de hacer tal cosa, de asistir a una agonía lenta? Aunque se reía a carcajadas, sus ojos estaban serios. Me contestó: ¿A una agonía? Y a diez...Si fuera necesario.

#Me acuerdo de los gallegos de Buenos Aires. "As vaquiñas". ¡Cómo se les debe apretar el corazón cuando recuerdan a su Galicia! Estos valles frescos y profundos, empenachados de castaños y nogales. Pasan las estaciones, los pueblecillos...Pueblos de casas de piedra obscura de dos pisos, con tejado de piedra negra, estampados en manchas verdes. Porque éste es el paisaje más hermoso y más dulce de España.

#Todo militar es un déspota que se ríe a carcajadas de las ideas. Hay que colocarlos en el poder, permitir que le "ajusten las clavijas" al pueblo. Y, claro está: el pueblo que lo que menos tenía era ser revolucionario y comunista, por contradicción con esa minoría se convertirá en bolchevique y antimilitarista. Se necesita un dictador enérgico, bárbaro; cuanto más bruto y enérgico sea, más intensa será la reacción.

#Despacio consideraba sus encantos avergonzados de ser tan adorables, su boca hecha tan sólo para los grandes besos; veía su cuerpo sumiso pegarse a la carne llamadora de su desengaño e insistiendo en la delicia de su abandono, en la magnífica pequeñez de sus partes destrozables, la vista ocupada por el semblante, por el cuerpo joven para el tormento y para una maternidad, alargaba un brazo hacia mi pobre carne; hostigándola, la dejaba acercarse al deleite.




#Algunas veces en la noche, hay rostros de doncellas que hieren con espadas de dulzura. Nos alejamos, y el alma nos queda entenebrecida y sola como después de una fiesta. Realizaciones excepcionales...Se fueron y no sabemos más de ellas, y sin embargo nos acompañaron una noche teniendo la mirada fija en nuestros ojos inmóviles...Y nosotros heridos con espadas de dulzura, pensamos cómo sería el amor de esas mujeres con esos semblantes que se adentraron en la carne.

#¿Matarlo o no matarlo? ¿Qué me importa esto a mí? ¿Me importa matarlo? Seamos sinceros. ¿Me importa matarlo? ¿O es que no me importa nada? ¿Qué me da igual que viva? Y sin embargo quiero tener voluntad de matarlo. Si ahora viniera un dios y me preguntara: ¿Quieres tener fuerzas para destruir a la humanidad? ¿Yo la destruiría? ¿La destruiría yo? No, no la destruiría. Porque el poder hacerlo le quitaría interés al asunto. Además, ¿Qué iba a hacer yo solo en la tierra?

#Por momentos el recuerdo de una fragancia, de la blancura de un pecho, me atraviesa unánime, y sé que si me encontrara otra vez junto a ella desfallecería de amor; pienso que no me importaría pensar que ha sido poseída por muchos hombres y que si me encontrara otra vez junto a ella, en esa misma sala azul, yo me arrodillaría en la alfombra y pondría la cabeza sobre su regazo, y por el júbilo de poseerla y amarla haría las cosas más ignominiosas y las cosas más dulces.

#(...) Volviendo a nuestro tema, le diré: tenemos que organizar un instituto técnico revolucionario. Este instituto se dividiría en dos secciones, Teórica y Práctica. La parte teórica abarcará sección política, sociología y economía. Estos tres puntos exclusivamente de acuerdo a la teoría marxista. La parte teórica comprenderá: estudio y análisis del militarismo y técnica. La práctica consistirá en manejo de ametralladoras, artillería, gases, lanzabombas, comunicaciones, etc.

#La multitud, con sus fardos de verdura, con sus cofres a la cabeza, sus cestos de semilla, sus cajas de trebejos, sus bolsas de panes, sus carros de marranos, sus nidares de huevos, se ha desparramado a lo largo de todas las fachadas de las rúas de Betanzos, en la empinada de Sánchez Breguas, en la escalinata de Santa María, en el Campo de la Feria, a la sombra de los altos plátanos amurallados por rampas de piedra, bajo las bóvedas de acacia detrás del Archivo del Reyno de Galicia.

#Aunque tenía la seguridad de que le daría una sorpresa desagradable, fingía estar segura de mi "decencia de caballero", mas el esfuerzo que tenía que efectuar para revestirse de esa apariencia de tranquilidad, ponía en el timbre de su voz una violencia meliflua, violencia que imprimía a las palabras una velocidad de cuchicheo, como quien os confía apuradamente un secreto, acompañando la voz con una inclinación de cabeza sobre el hombro derecho, mientras que la lengua humedecía los labios resecos por ese instinto animal que la impulsaba a desear matarme o hacerme víctima de una venganza atroz.

#Para vender hay que empaparse de una sutilidad "mercurial", escoger las palabras y cuidar los conceptos, adular con circunspección, conversando de lo que no se piensa ni cree, entusiasmarse con una bagatela, acertar con un gesto compungido, interesarse vivamente por lo que maldito si nos interesa, ser múltiple, flexible y gracioso, agradecer con donaire una insignificancia, no desconcertarse ni darse por aludido al escuchar una grosería, y sufrir, sufrir pacientemente el tiempo, los semblantes agrios y malhumorados, las respuestas rudas e irritantes, sufrir para poder ganar algunos centavos, porque "así es la vida".

#Casas, más casas, rostros distintos y corazones iguales. La humanidad ha perdido sus fiestas y sus alegrías. ¡Tan infelices son los hombres que hasta a Dios lo han perdido! Y un motor de 300 caballos sólo consigue distraerlos cuando lo pilotea un loco que se puede hacer pedazos en una cuneta. El hombre es una bestia triste a quien sólo los prodigios conseguirán emocionar. O las carnicerías. Pues bien, nosotros con nuestra sociedad le daremos prodigios, pestes de cólera asiático, mitos, descubrimientos de yacimientos de oro o minas de diamantes. Yo lo he observado conversando con usted. Sólo se anima cuando lo prodigioso interviene en nuestra conversación. Y así le pasa a todos los hombres, canallas o santos.

#Creía verla fuera del tiempo y del espacio, en un paisaje sequizo, la llanura parda y el cielo metálico de tan azul. Yo era tan pequeño que ni caminar podía, y ella flagelada por las sombras, angustiadísima, caminaba a la orilla de los caminos, llevándome en sus brazos, calentándome las rodillas con el pecho, estrechando todo mi cuerpecito contra su cuerpo mezquino, y pedía a las gentes para mí, y mientras me daba el pecho, un calor de sollozo le secaba la boca, y de su boca hambrienta se quitaba el pan para mi boca, y de sus noches el sueño para atender a mis quejas, y con los ojos resplandecientes, con su cuerpo vestido de míseras ropas, tan pequeña y tan triste, se abría como un velo para cobijar mi sueño.

#Pero he aquí mi idea: esa sociedad se compondrá de dos castas, en las que habrá un intervalo...Mejor dicho, una diferencia intelectual de treinta siglos. La mayoría vivirá mantenida escrupulosamente en la más absoluta ignorancia, circundada de milagros apócrifos, y por lo tanto mucho más interesantes que los milagros históricos, y la minoría será la depositaría absoluta de la ciencia y del poder. De esa forma queda garantizada la felicidad de la mayoría, pues el hombre de esta casta tendrá relación con el mundo divino, en el cual hoy no cree. La minoría administrará los placeres y los milagros para el rebaño, y la edad de oro, edad en la que los ángeles merodeaban por los caminos del crepúsculo y los dioses se dejaron ver en los claros de luna, será un hecho.

#Cuando un señor sin condiciones estudia boxeo, lo único que hace es repetir los golpes que le enseña el profesor. Cuando otro señor estudia boxeo, y tiene condiciones y hace una pelea magnífica, los críticos del pugilismo exclaman: "¡Este hombre saca golpes de todos los ángulos!" Es decir, que, como es inteligente, se le escapa por una tangente a la escolástica gramatical del boxeo. De más está decir que éste que se escapa de la gramática del boxeo, con sus golpes de "todos los ángulos", le rompe el alma al otro, y de allí que ya haga camino esa frase nuestra de "boxeo europeo o de salón", es decir, un boxeo que sirve perfectamente para exhibiciones, pero para pelear no sirve absolutamente nada, al menos frente a nuestros muchachos antigramaticalmente boxeadores.

#Y así es la vida, y cuando yo sea grande y tenga un hijo, le diré: "Tenés que trabajar. Yo no te puedo mantener". Así es la vida. Un ramalazo de frío me sacudía en la silla. Ahora, mirándola, observando su cuerpo tan mezquino, se me llenó el corazón de pena. Creía verla fuera del tiempo y del espacio, en un paisaje sequizo, la llanura parda y el cielo metálico de tan azul. Yo era tan pequeño que ni caminar podía, y ella flagelada por las sombras, angustiadísima, caminaba a la orilla de los caminos, llevándome en sus brazos, calentándome las rodillas con el pecho, estrechando todo mi cuerpecito contra su cuerpo mezquino, y pedía a las gentes para mí, y mientras me daba el pecho, un calor de sollozo le secaba la boca, y de su boca hambrienta se quitaba el pan para mi boca, y de sus noches el sueño para atender a mis quejas, y con los ojos resplandecientes, con su cuerpo vestido de míseras ropas, tan pequeña y tan triste, se abría como un velo para cobijar mi sueño. ¡Pobre mamá! Y hubiera querido abrazarla, hacerle inclinar la emblanquecida cabeza en mi pecho, pedirle perdón de mis palabras duras, y de pronto, en el prolongado silencio que guardábamos, le dije con voz vibrante: -Sí, voy a trabajar, mamá. Quedamente: -Está bien, hijo, está bien...-y otra vez la pena honda nos selló los labios.







julio 19, 2017

No seamos normales, seamos felices.......

En Melchor Romero, a diez kilómetros de La Plata, funciona uno de los tres grandes neuropsiquiátricos estatales de la provincia de Buenos Aires (Argentina). En un edificio rodeado de un gran parque hay 526 personas internadas; de ellas, 217 son mujeres. Algunas viven ahí desde hace 30, 40 y hasta 60 años. Aisladas, con la memoria de los tratamientos de electroshock y sin derecho a la intimidad, sus destinos están atados a una cuestionada institución que debe desaparecer en el año 2020.....




Fuente: http://www.revistaanfibia.com/cronica/decalogo-de-la-denigracion/
Fotos: María Laura D’Amico

Ella acepta conversar en la penumbra de la sala, mirando hacia una puerta por donde se quiere meter la mañana. Disfruta de observar los pájaros sobre los árboles, y sonríe en ese acto sencillo. Carmen es una de las mujeres con más manicomio encima: acaba de pasar sesenta inviernos en el hospital Alejandro Korn. Es también una de las pocas pacientes que no toman medicación psiquiátrica. Y la única que todos los días deja su sala con algún objetivo: conseguir hilo para bordar, cortar flores de los jardines, hacer mandados. Si tiene plata, compra masas finas en una panadería que queda a unas cuarenta cuadras. Cuando se cansa le pide a algún policía que la devuelva en patrullero, gratis.

−¿¡Qué me va a pasar!? −dice.

Otras mujeres llevan demasiado tiempo alojadas en este neuropsiquiátrico público creado a fines del siglo XIX a diez kilómetros de La Plata, en un predio verde y abierto pensado para transmitir la ilusión de la libertad. América vive ahí hace 43 años; Ana, hace 38; Beatriz, hace 35. Sus nombres reales son otros y la lista es larga.

Casi todas llegaron con “esquizofrenia paranoide” y sin obra social cuando tenían entre 20 y 50 años y eran solteras sin hijos, madres solteras o viudas. Estaban “enfermas de los nervios”. “Trastocaban la vida familiar” con sus conductas. Tenían alguna pena de amor, algún aborto o habían sufrido algún abuso. Ayer “enfermas” y hoy “usuarias” del servicio de salud mental, todavía habitan las salas de pacientes crónicas, soportándose y soportándolo todo, comiendo poco y feo, sin derecho a la intimidad, al silencio, a la soledad.




Para el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias (GTDA) de la ONU, en historias como éstas existe una privación de la libertad arbitraria. En mayo, después de su segunda visita oficial a la Argentina, el GTDA difundió un informe preliminar que enfoca casos “alarmantes” de personas confinadas hasta 63 años en instituciones “sin perspectivas reales de liberación por carecer de recursos y de redes sociales para vivir en la comunidad”, a pesar de lo que plantean la ley nacional de salud mental y su par provincial, en marcha desde 2013. Este universo incluye las internaciones eternas de personas con padecimientos mentales que salieron del sistema penal. Es el caso de una mujer de 87 años, madre soltera y ama de casa, que en 1984 llegó a Romero desde la cárcel de Olmos, donde estaba presa por homicidio, y aunque obtuvo el alta lleva 33 años en las fauces de la maquinaria psiquiátrica: no tiene a dónde ir.

En otras palabras, aunque no haya más internaciones forzosas y las puertas de Romero −el primer neuropsiquiátrico open-door que tuvo el país− estén más abiertas que nunca, cuando las familias no existen, no pueden o no quieren cuidarlas, estas personas dependen del apoyo del Estado para cruzar el muro. Eso es lo que la ONU le exige al gobierno argentino para concretar un desafío de la envergadura del cierre de los manicomios.

Carmen y los electroshocks. Carmen (85) tuvo una infancia alegre; le gustaba pasear por Villa Domínico, hizo hasta cuarto grado y trabajó en una fábrica de botones hasta que murió su madre adoptiva. No se casó ni tuvo hijos.

El 1º de julio de 1957, hace sesenta años, su hermana la internó en Romero, donde le diagnosticaron “esquizofrenia paranoide”. Otros médicos escribieron: “HISTERIA”. Tenía 24 años y “tendencia al suicidio”. Había estado internada en el Policlínico de Lanús. Al Korn llegó un poco desorientada y preguntando si ahí también la iban a castigar. La respuesta llegó rápido.

En los primeros diez días la sometieron a diez comas insulínicos que para los médicos no dieron resultado. Se le indicó entonces un tratamiento con electricidad. “Luego de practicados varios shock muestra remisión sintomatológica”, escribe alguien en su maltratada historia clínica el 15 de agosto de 1957, y esto motiva su alta. Pero al año siguiente Carmen vuelve al neuropsiquiátrico y eso significa la vuelta a los comas profundos (treinta en total) y a los electroshocks “cada día y medio, hasta completar veinte”. El cóctel de electricidad, insulina y contención mecánica continuó cinco años más.
Medio siglo después, mientras mira los pájaros por la puerta entreabierta de la sala Bejarano y se hace crecer un rodete gris sobre la tapa de la cabeza, ella denuncia esas prácticas con palabras −algunas más comprensibles que otras− y con gestos: las manos en las sienes, la mueca de morder algo duro y el dolor en el rostro. Luego se envuelve con sus propios brazos para recordar que llegó a Romero en ambulancia y “como un matambre”.

−Eso no se hace −repite.

Al parecer se hizo hasta hace poco. Durante una recorrida a pie por el predio una mañana en que la bruma borra las copas de los árboles, una trabajadora del hospital asegura que ella presenció una sesión en 2011. En 2014, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) incluyó “la persistencia de intervenciones como el electroshock” en una extensa presentación judicial sobre condiciones de vida en Melchor Romero que terminó con la intervención de la Dirección Asociada de Psiquiatría de este hospital. Y el año pasado, el Órgano de Revisión Local (ORL) de Salud Mental bonaerense adhirió a una resolución de la Secretaría de Salud Mental de Jujuy que prohíbe la “terapia electroconvulsiva”. Pero algunos profesionales consultados en Romero para esta nota relativizan la demonización de esta práctica: “El tema es el abuso que se hizo de esto acá”, distinguen. Y agregan que, salvo por el impacto visual que produce en los testigos, no es peor que bloquear las emociones de las personas con psicofármacos; llamarlas por el apellido a los gritos; dejarlas sin privacidad; o manejarles los cuerpos con traslados entre salas y modos de vestirse.

−La anulación de ese otro, la masificación, la pérdida de singularidad −resume Andrea Tomasini, trabajadora social del neuropsiquiátrico−. Que sea para todos lo mismo.

En seis décadas, Carmen conoció todo este decálogo de la denigración. Por milagro, a su cuerpo ágil y menudo le queda resto para pasear por Melchor Romero, su barrio; un pueblo armado en función del hospital cuando se diagramó la ciudad de La Plata y se fue empujando a esa zona a los locos, a los retrasados mentales y a los presos. Ella sale del hospital todos los días, aunque el personal de seguridad tienda a pararla, por vicio institucional o sobreprotección. Por ahora siempre vuelve. Su capital es la voluntad.




Ana y el paraíso terrenal. Los electroshocks también se hacían en la institución de Lomas de Zamora de donde huyó Ana (79). “Dos veces me escapé de ahí”, dice, e igual que Carmen representa estos experimentos con las manos en las sienes.
Ana dejó la escuela primaria para ir a limpiar a lo de una señora. Nunca se casó ni tuvo hijos. A Romero llegó con su madre desde Villa Ballester, en 1979. Tenía 42 años y un cuadro de “esquizofrenia paranoide residual”. La ficha de ingreso informa que se negaba a comer. La opinión de  Ana es que la internaron por trastornos en los intestinos y estar “enferma de los nervios”.

−A mí me trajeron engañada. Llegué acá a la una de la tarde, en ambulancia.

Los informes institucionales dicen que, si hubiera tenido dinero, su familia la hubiera podido “externar”. Hoy sólo la visita su hermana, que es peluquera y una vez al mes le corta y tiñe de negro el pelo lacio, ahora corto, tesoro de su juventud. También le lleva obleas rellenas, le deja unos pesos y le regaló la lámina en tonos naranja que está pegada contra la pared y enmarca su cama. Su vida.

−Es un ángel del paraíso terrenal, se merece el cielo y la tierra entera −dice, y muestra unas zapatillas blancas sin cordones que le regaló su hermana, su ángel, la última vez.

Ana tiene pocas pulgas. Cuando se enoja levanta la voz y manda a la mierda revoleando un brazo por encima del hombro. Si está de buen humor canta canciones de iglesia y conversa. Cuenta que a ella le decían “muerta de hambre” y con razón, porque no tiene a dónde ir. Y que recordarlo le “pudre la sangre”.

−El pasado pisado −prefiere.

Los 38 años de encierro han hecho un trabajo implacable en su cuerpo: está muy encorvada, siempre parece cansada y pesa 37 kilos. Llegó a pesar 30 y depender de cuidados intensivos. Hasta hace poco salía a hacer mandados e iba a misa en la parroquia del hospital. Pero en una caída desde su propia altura se fracturó el brazo derecho y ya casi no deja la sala Bejarano, que habita con 26 compañeras de vida no elegidas.
Como en otras salas de mujeres del Korn, hay poca ventilación y pocos espejos, un comedor gris y un baño sin puerta. Dos perros y gatos de todo tamaño y color andan por las camas, las frazadas y los roperitos. En el hall de entrada se exhiben carpetas con el apellido de las pacientes en el lomo; están divididas en la historia clínica y la psiquiátrica, como quien escinde cuerpo y alma. Y afuera se juntan colchones viejos y sillas de ruedas desvencijadas.

−La comida es una porquería −dice  Ana−. Ni los chanchos comen esto.

El desayuno se sirve entre las 5 y las 6, el almuerzo a las 11 o 12, la merienda tipo 3 y la cena a eso de las 7. Varias mujeres de esta sala mendigan comida. Ana a veces pide “el refuerzo” (un par de galletitas, un huevo duro, un pedazo de queso) y se lo da a una mujer que vive postrada en otra cama.

−Ella antes era linda y trabajaba −señala.

Experta en nombres y apellidos, edades, fechas de cumpleaños, y circuitos de mujeres por el hospital, se acuerda de una que llegó de la sala Maldonado: “Esas eran bravas…”. De la que se fue “a vivir con la hija”. De otra que cazaba palomas al vuelo y se las comía crudas. Y de una española de La Coruña que “tenía una hija con plata que la dejó acá. Murió en la guardia”.

Su capital es la memoria, robusta en su cuerpo frágil. Y con ella lee el paso del tiempo. Su deseo actual es salir a visitar a su madre, que tiene 90 años y se está quedando ciega en Villa Ballester. Pero no se ilusiona mucho: no tiene plata. (*)




Edith Piaff. “Mujer con muñeca”, la foto que Helen Zout le sacó en Melchor Romero para la serie El dolor, es de 1989, cuando ella tenía 44 años y ya llevaba nueve internada. Era viuda. En ese instante en blanco y negro que dio la vuelta al mundo, ella sostiene, absorta, una muñeca de trapo. De fondo se ve la sala del hospital que esta profesora siguió habitando hasta el 29 de junio pasado.

Ese jueves, a media mañana, la externación de esta paciente histórica sorprende a los trabajadores del Centro de Atención Primaria en Rehabilitación (Caper), que tienen su foto más famosa pinchada en un panel del consultorio y corren a despedirse, conmovidos.

−Gracias, muchas gracias por todo. Y sigan trabajando por los pacientes −dice la mujer, desde el auto que la traslada con unas pocas cajas donde caben sus pertenencias, 72 años de vida y 36 de manicomio.

−Me alegra que te vayas de este lugar −la alienta tomándole las manos Sandra Vitale, jefa del Caper. Una vez que el auto se aleja, la médica se permite la emoción:− ¡Que lo parió! −. Sabe que su destino no es una casa sino otra institución, privada, que quizá no garantice días mejores.

Este centro de salud para personas internadas funciona en el hospital desde 2001 y, dentro del Movimiento por la Desmanicomialización de Romero (MDR), pelea por “un proceso de sustitución del manicomio democrático y sustentable”. En su fachada un mural dice Libertá. Movimiento. Amor. A pocos metros hay una sala de varones y una de mujeres. Y al lado un edificio con faja de seguridad guarda un voluminoso depósito de papeles y carpetas abandonados a su suerte.

En la sala F, donde vivió la mujer con muñeca, quedan su cama vacía, un almanaque 2014, algunas otras fotos suyas y lo mejor: el recuerdo de sus canciones en francés, que explica por qué alguien anotó en su historia clínica “Edith Piaff” en birome azul. Por lo demás, es una mañana como cualquiera: una enfermera acomoda pastillas en una bandeja de madera; una muchacha desnutrida enfila al comedor; una mujer espera el almuerzo doblada en una silla plástica; y una señora ciega pide García Lorca en braille (quiere Bodas de sangre y poemas). Hay cucarachas, una rata muerta y las ventanas están cerradas.

Afuera, en la inmensidad del predio, una figura camina cargando bolsas; asoma momentáneamente entre plátanos, pinos y hojas secas, y desaparece en la bruma. Más allá, un muchacho teñido de amarillo fuma en soledad sobre un tronco. Se oye el motor de un camión que recoge ropa sucia de las salas en bolsas de tela roja. Y llegan ruidos desde la sala D, donde hay refacciones en marcha. Entre los andamios, en un mural con dibujos infantiles en colores, se lee: No seamos normales, seamos felices. También: Vivir solo cuesta vida.




“Todos tienen que salir”. Al cierre de esta nota quedaban 526 personas internadas en Melchor Romero, uno de los tres grandes loqueros estatales de la provincia de Buenos Aires. De ellas, 217 son mujeres, distribuidas en distintas salas. En las de crónicos ya no se permiten nuevos ingresos, aunque a veces ocurren; son personas sin redes de afecto o personas en situación de calle, que encuentran una cama y un plato de comida.

−Todos están mal internados y tienen que salir −dice Belén Maruelli, médica generalista del Caper−. Pero para mí la gente grande, que ha sido encerrada y torturada muchos años acá adentro, debería ser la primera en salir, para poder vivir de otra manera los años que le quedan, y porque no me gustaría que nadie más se muera acá adentro.

En 2014 desapareció ahí Bernarda Saucedo (84), una mujer institucionalizada por medio siglo a la que la Justicia nunca buscó; en su historia clínica dice que pasaba hambre en la casa donde limpiaba, que la internó esa familia en complicidad con su novio y que cuando llegó al Korn creyó entrar en una morgue. En 2015 falleció Celina Trezeguet, una obrera de frigorífico que pasó 74 años encerrada. Las muertes y su falta de investigación abundan y son motivo de denuncia constante del CELS y la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM).

−Toda muerte en un sistema de encierro es dudosa −define Maruelli, miembro de la “comisión de óbito” de Romero, y señala que allí la probabilidad de morir es de cuatro a diez veces mayor que afuera, aun cuando hay un hospital general enfrente. Las causas principales son infecciones generalizadas, neumonía, insuficiencia cardíaca, broncoaspiraciones y cáncer.




−¿Cuánto queda de manicomio?
−Según la ley, hasta 2020. Yo creo que no se va a llegar, porque se necesitan condiciones materiales afuera y parecería que no hay una intención clara de financiar externaciones sustentables. Equipos interdisciplinarios que puedan trabajar como corresponde con las personas, casas para que vivan afuera y curadurías que puedan recorrer este cambio paradigmático para garantizar el acceso a las personas sin dinero. Muchas veces se traba ahí. Yo lo veo re difícil.

En 2015, la escasez de recursos humanos y el estado deficiente de este edificio llegaron hasta la Corte bonaerense, que le dio a la Provincia un año para resolver ambos temas. Hoy faltan trabajadores sociales y psicólogos, y no hay acompañantes terapéuticos del hospital para las personas internadas; entonces, aunque no todas accedan a una pensión (muchas ni siquiera tienen DNI), para afrontar su reconexión con el afuera se tienen que financiar un acompañante personal.

En Romero, la transición hacia un país sin manicomios va lento, pero hay algunos jirones de cambio. Por ejemplo, tres salas de la Dirección Asociada de Psiquiatría, que hoy dirige la psiquiatra Patricia Pauluc, ya están a cargo de profesionales que no son psiquiatras −dos trabajadores sociales y una psicóloga−. Por otro lado, una mesa permanente −creada por orden judicial− reúne a organizaciones políticas (el MDR, la CPM, el CELS) y representantes del hospital, del Poder Ejecutivo provincial, de curadurías y del ORL. Y también se estrenó un protocolo que pone patas para arriba la lógica de la circulación: ya no hay que autorizar a personas como Carmen sus salidas por el predio o por la ciudad, sino justificar cuándo −y por qué y por cuánto tiempo− no pueden salir.

Otro avance es que hay menos silencios: las y los pacientes, mezclados con trabajadores, dirimen en asambleas cuestiones de convivencia y condiciones de vida: desde qué perros castrar o admitir en las salas hasta cómo exigir comida digna; se empezó a poder hablar de la híper medicación y de los abusos sexuales intramuros; y van apareciendo nuevas preocupaciones: “En el Caper −advierte Maruelli− empezaron a consultar por incontinencia urinaria: cuando la gente empieza a andar en colectivo o a insertarse un poco más en la comunidad necesita no estar toda meada, porque sabe que eso de alguna manera lo aleja de otras personas. Los motivos de consulta clínicos están cambiando y eso tuvo que ver, para mí, con ubicar a las personas como sujetos de derechos”.

 ***

 La salida del manicomio está en la 175 y 520, una avenida partida por un bulevar gris donde camiones, motos y colectivos escupen humo a los vendedores en los semáforos. Es Romero, una de las localidades más pobladas de La Plata, llena de barrios, villas y quintas, que en 1884, cuando se inauguró el hospital, tenía poco más que una estación de ferrocarril. Ese mundo de ruido espera a quienes pasaron décadas aislados.

 −El cajero. El colectivo. La Sube. Los turnos por internet. Los trámites. A veces te piden que les conviertas la plata a australes… −enumera Camila Azzerboni, trabajadora social y militante del MDR−. Vos tenés que acompañar a la persona para que se haga una red, en principio, sabiendo que estamos en un momento re hostil de la sociedad… Pero acompañás a alguien a un trámite y si no resuelve enseguida una pregunta toda la cola ya está bufando. Una vez iba con un señor que iba juntando todas las colillas que encontraba y se las iba fumando. ¿¡Y de última, a quién le jode!? ¡Pero no se tolera ni eso! Las inmobiliarias −agrega− no quieren alquilarle a un loco o a un grupo de locos. Y un centro de jubilados de Romero adonde fuimos a proponer hacer talleres integradores tampoco quiere que vayan personas que viven en el hospital.




−¿Qué es el manicomio?
−El manicomio es el capitalismo extremo encarnado en una institución. Ellos no están acá porque sí… Hay todo un contexto que habilitó, habilita y va a seguir habilitando que esto exista. Y todo lo que pasa acá es lo que pasa afuera, aunque acá llega a un nivel de crudeza mayor… Hay que ser muy fuerte para soportar esto”.

De la 520 para adentro se abre un horizonte verde y calmo de belleza inusual, salpicado de árboles viejos y edificios heterogéneos, algunos en ruina, unidos por senderos de tierra y asfalto. En esta especie de pueblo rural todavía funciona un museo vivo de la segregación, donde muchos también practican la hazaña de la fraternidad.

(*) Durante la edición de esta nota, Ana se cayó y se quebró la cadera. Fue internada y operada en el hospital de Romero donde contrajo una neumonía intrahospitalaria. Murió el el 13 de julio, a los 79 años.













julio 11, 2017

Es fácil no hacer caso de la lluvia si se posee un impermeable.......

*-Joseph Arthur/The ballad of Boogie Christ Act I (USA 2013)-*

*-Joseph Arthur/The ballad of Boogie Christ Act II (USA 2013)-*