septiembre 28, 2018

"Desde el Sur hacia ninguna parte..." (Documental de C1 113 Vicios/Completo)


Cuando a fines de la década del '80, los 113 Vicios (Comodo Rivadavia, Chubut. Argentina, Suramérica) comenzaron a zapar sus primeros acordes nadie imaginó que la banda integrada por Titín Naves, Alakrán Márquez, Claudio "el Mariscal" Ramírez, José Luis Jara y Marcos Azócar iba a quedar grabada en la historia de la música de la Patagonia, con una impronta tan grande que los llevó a despedirse ante 9 mil personas y darle cierre a la leyenda -o incrementarla- con un documental que se está presentando por el sur argentino.

"Desde el Sur hacia ninguna parte" muestra el camino recorrido por la banda. Con videos inéditos, más de 15 entrevistas a diversas personalidades, entre ellos Armos Moreno, productor de "Disco Negro"; Andrés Cursaro -periodista que siguió su trayectoria desde que comenzaron a finales de los años 80-; Los Cheremeques y "Palo" Pandolfo, este documental regresa a los orígenes de la formación, cuando surgieron como C1 113 Vicios y eran objeto de diversas persecuciones y marginaciones.

El trabajo también repasa la grabación de "Crudo" y "Disco Negro", sus dos grandes discos; las separaciones; los retornos; las pérdidas; y hasta el último recital despedida en el Predio Ferial, en diciembre de 2013 cuando dijeron "hasta siempre" ante más de 9.000 personas. Sin duda es el broche de oro a una leyenda.

El documental fue ideado por el periodista Sebastián Guerreiro y realizado de manera independiente. Por otro lado, VyMental se ocupó del montaje y de parte de la dirección.








septiembre 18, 2018

Cuidao en la frontera/Cuidao donde sea/ Que van complotando/ Los de la CIA..... (Mano Negra 1989)



La CIA tiene una historia larga de intervenciones violentas en demasiados países alrededor del mundo. Utilizan a ONG disfrazadas de organizaciones para la democracia, libertad y desarrollo económico. Pero lo que hacen en realidad es sobornar a personas influyentes y claves dentro de los países que quieren explotar, ya sea por sus riquezas naturales, por su geografía estratégica o por sus posturas anti-estadounidenses.

Para lograr sus objetivos recurren al secuestro de líderes, incluyendo sociales, políticos, económicos y militares. De ser necesario, los asesinan. Si esto no funciona, se infiltran en los todos los rincones de la sociedad para causar desestabilización, incitar a la violencia y causar crisis sociales y económicas para provocar disturbios e irritación de los pueblos en contra de los gobiernos que quieren derrocar.

Todo está comprobado en documentos desclasificados o que se han filtrado a los medios. WikiLeaks, por ejemplo, ha hecho una gran labor de informar sobre estas operaciones con documentos que han obtenido de fuentes anónimas....


#Guatemala (1954)


En 1944, la violenta y sangrienta dictadura de Jorge Ubico, apoyado por Estados Unidos, fue derrocado por un levantamiento popular, harto de las brutales injusticias. En realidad, el país había sido gobernado hasta ese momento por la The United Fruit Company, una compañía títere de Washington que tenía esclavizada a la población. Le arrebataron sus tierras a los campesinos y los obligaron a trabajar sus propias parcelas por migajas. El que no obedecía era brutalmente castigado por una fuerza policial a la orden de la presunta empresa agrícola estadounidense.
La tranquilidad volvió a Guatemala, pero duró 10 años solamente antes que el presidente Dwight Eisenhower implementara el plan para derrocar al gobierno. En 1954, la CIA lanzó PBSuccess. La capital guatemalteca fue bombardeada por aviones estadounidenses. El joven Ernesto Che Guevara le tocó ver la brutalidad de primera mano. Cientos de líderes campesinos fueron ejecutados por los títeres militares de Washington. Y entonces se vino la Guerra Civil Guatemalteca y muchas comunidades campesinas e indígenas mayas fueron masacradas. Al final de la intervención dirigida por la CIA habían muerto 200 mil personas. Las empresas estadounidenses volvieron a ser lucrativas en el país centroamericano y Washington estaba feliz.


#Haití (1959)


Haití es igual de estratégico para Estados Unidos como lo son República Dominicana y Cuba, así que Washington no titubea cada vez que mengua su poder en la región caribeña. Por ningún motivo Estados Unidos permitiría que los gobiernos de la zona se inclinen hacia la izquierda, y de eso que no suceda se encarga la CIA. Claro, Cuba es un ejemplo de resistencia y desde 1959 se ha resistido a los embates estadounidenses. En 1959, en Haití un levantamiento popular surgió contra el brutal títere dictador de Estados Unidos, Francois Duvalier. La CIA lo impidió. Duvalier creó un ejército con apoyo de Washington para actuar con violenta represión en contra de comunidades provincianas. Duvalier y su hijo, Jean Claude Duvalier, quien heredó la dictadura, ordenaron masacres difíciles de describir por su profunda y sangrienta crueldad. Más de 100 mil personas fueron asesinadas. Cuando en 1986 se vino una rebelión incontrolable ahora sí, un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos rescató a Jean Claude Duvalier y se lo llevó a vivir tranquilamente a Francia.


#Brasil (1964)



El año 1964 fue un año de cambios increíbles en Brasil. El presidente democráticamente electo, Joao Goulart, implementó su “Plan Básico de Reforma”. Aunque Estados Unidos siempre ha basado su control sobre pueblos ajenos al suyo en mantenerlos en la ignorancia, había un cambio que de verdad le molestó: un reforma fiscal que menguaría las ganancias de las corporaciones multinacionales de Estados Unidos y sus aliados. Claro, también les molestaba que otra reforma devolvería tierras a sus dueños legítimos y repartiría otras a personas pobres.
Entonces, la CIA entró en acción y derrocó al gobierno de Goulart en 1964 e instaló una dictadura brutal más que duró 19 años. Durante el régimen, miles fueron torturados y cientos ejecutados. También se encargaron de eliminar a todos aquellos que tuvieran pensamientos izquierdistas, y en especial, marxistas.


#Uruguay (1969)



Durante los sesenta, movimientos revolucionarios se esparcían por Latinoamérica. Uruguay estaba hundida en una crisis. Surgieron los enemigos más grandes de Estados Unidos en este país latinoamericano: los Tupamaros, una guerrilla revolucionaria urbana. José Mujica formaba parte de ella y su esposa Lucía Topolansky también. Washington se empeñó en detenerlos por la influencia y poder que estaba adquiriendo el grupo. Nelson Rockefeller fue a Uruguay para observar que efectivamente se extendía un sentimiento anti-yanqui y regresó a Washington para alertar que algo necesitaba hacerse con carácter de urgente. Y la CIA respondió enviando a su agente Dan Mitrione al país Sudamericano. Entrenó a las fuerzas policiales en tortura y otras cosas macabras, indescriptibles. Entonces, con ayuda de la CIA se instaló un dictadura militar a la orden de Juan María Bordaberry, quien gobernó Uruguay bajo instrucción directa de Washington durante 12 años. Mató a cientos de personas, torturaron a decenas de miles. La represión era tan brutal que los uruguayos tenían miedo hasta de bailar.


#Bolivia (1971)



Las riquezas mineras de Latinoamérica es la envidia de Estados Unidos y hacen todo en su poder para controlarla. Por décadas, las corporaciones estadounidense mantuvieron vastas regiones de Chile, Bolivia y Perú en la esclavitud absoluta. Cuando los esclavizados se atrevían a rebelarse eran aniquilados de inmediato por montones. El Che Guevara viajó a Bolivia y se encargó de incitar a la revolución en 1967. Para esas fechas, las mineras extraccionistas de Estados Unidos mantenían en la esclavitud hasta los hijos de sus peones. Dos años después, el Che fue asesinado por la CIA. Y luego, ya si un líder que les estorbara de por medio, Estados Unidos instauró una junta militar.
Pero de nuevo las cosas se les voltearon a los de Washington. Tomó el poder el general Juan José Torres y trajo consigo reformas para los trabajadores y los pobres. Los bolivianos estaban ilusionadísimos, pero la CIA no y para llevar a cabo sus sucias instrucciones reclutaron al general Hugo Banzer. Él lideró un golpe contra Torres y en 1971 inició su violenta dictadura. Mandó a torturar a un sinnúmero de opositores y a ejecutar a cientos de líderes políticos influyentes. Encarceló a otros 8,000, todo bajo anuencia de Washington.


#Chile (1973)



Otro país brutalmente explotado por las corporaciones estadounidenses. Otro país hundido en la miseria por Washington. Otro país más en que la CIA movió todo para desprestigiar en los medios de comunicación nacionales e internacionales al gobierno del presidente Salvador Allende. Extorsión, tortura, encarcelamiento y asesinato como medida para acallar a los anti-yanquis. Provocar escasez para que el pueblo confrontara al gobierno no deseado por Estados Unidos, particularmente, porque nacionalizó lo que ese país norteamericano más envidia de los demás: sus riquezas mineras. Pero también le irritó muchísimo a Estados Unidos que Allende les diera casa y educación a millones de personas. Entonces, lo mismo que hoy sigue haciendo en todo el mundo: planear un golpe de estado y, de ser necesario, antes causar miseria en todo el país. Y el 11 de septiembre de 1973, general Augusto Pinochet lideró el golpe de estado con toda el apoyo de la CIA, incluyendo armas y equipo militar blindado.
Aviones de guerra bombardearon el palacio presidencial. Asesinaron a Allende, quien antes de morir diría a su pueblo: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.” Pinochet gobernó los siguientes 17 años. Mandó encarcelar a 80 mil personas; tortura a 30 mil, y asesinar a 3 mil 200.


#Argentina (1976)



Los argentinos vivieron la dictadura más sangrienta de América del Sur. Es traumante el simple hecho de leer las atrocidades que se cometieron. Campos de concentración, centros de tortura, masacres, violaciones, golpizas a mujeres embarazadas y ejecuciones de niños y niñas. En total, 30 mil personas fueron ejecutadas. Detrás de todo, la CIA. En 1973, Argentina resistía una crisis política tan grave que el presidente Juan Perón se desmoronó y murió de un ataque al corazón en 1974. Su esposa, Eva Perón, tomó el poder sólo para enfrentar conflictos hasta dentro de su propio partido Peronista.
La CIA esperó sigilosamente hasta 1976, cuando la situación que la agencia misma generó era tan grave que su intervención sería pan comido. No podía faltar un reclutamiento clave de costumbre. En este caso, el general de nombre Jorge Rafael Videla. Y, de nuevo, un golpe de estado en otro país latinoamericano y otra dictadura títere de Estados Unidos. En esta ocasión, aparece como supervisor de la desgracia el infame secretario de Estados, Henry Kissinger. Lo demás es otra historia de genocidio y abusos de derechos humanos con la anuencia de los desvergonzados e hipócritas dueños del poder de Washington.


#El Salvador (1980)



Este país centroamericano no sufrió menos bajo la intervención estadounidense bajo la supervisión de ya sabemos quién: la CIA. Ya Washington había apoyado una dictadura brutal que duró exactamente 50 años entre 1931 y 1981. Campesinos e indígenas fueron aplastados sin piedad y a sangre helada. Más de 40 mil fue la cantidad de masacrados. Las cosas eran tan graves que se dio algo insólito prácticamente. Sí, hasta la iglesia Católica intentó intervenir a favor de los pobres. En esos entonces, El Salvador era controlado por 13 familias mafiosas que se habían apoderado de 50 por ciento del territorio nacional. Las 13 familias estaban muy estrechamente vinculadas adivinen a quién. ¡Cierto! A Washington. Y la CIA, por si las moscas, entrenó bien al ejército y lo dotó de todo el equipo letal necesario. Cuando la CIA se enteró que jesuítas ayudaban a las masas, los mandaron a matar, pero también le pidieron a Juan Pablo Segundo que hablar con el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero para pedirle que desistiera. Romero se negó y lo mataron durante una misa en 1980. El Salvador fue hundido en una guerra civil de 12 años que fue subvencionada por la CIA. Para cuando terminó el flagelo, más de 75 mil personas habían sido asesinadas, pero Estados Unidos estaba feliz.


#Panama (1989)



Insólito también. Un agente de la CIA se vuelve dictador. Estamos hablando del presidente Manuel “Cara de Piña” Noriega. Obvio que por su ubicación geográfica, Panamá era de suma importancia para Estados Unidos. Cuando el presidente Omar Torrijos intentó sacar a los gringos del Canal de Panamá, la CIA colocó una bomba en su avión y punto final al conflicto con él. En 1983, Noriega tomó el poder. Él era narcotraficante además de agente de 30 años de la CIA. Para Washington, no había problema con todo eso mientras Cara de Piña le obedeciera. De hecho, presuntamente fue instrumental en el Irán-Contra-Gate, mediante el cual se llevaba a vender cocaína a comunidades Afro-Americanas de Los Ángeles para comprar armas en Irán y entregárselas a los contras nicaragüenses.
Pero el dinero y poder lo cambió a Noriega y se pensó por arriba de todo. Obsesionado con el ese poder, Noriega desconoció al que sería presidente que Estados Unidos quería para Nicaragua en 1989, es decir, Guillermo Endara. En su lugar, Noriega designó a Francisco Rodríguez y lo impuso a través de elecciones fraudulentas. También hostigó a las bases militares de Estados Unidos en su país. Claro, Estados Unidos no lo iba a permitir e invadió Panamá en diciembre de 1989 y se llevó detenido a Noriega para encerrarle en una cárcel estadounidense, pero antes mataron a 3 mil 500 civiles inocentes y 20 mil fueron desplazados.


#Perú (1990)



Por último llegamos a Perú. Pero hay que entender que este sólo es el final de esta lista, pero no de las acciones que sigue llevando a cabo la CIA en toda Latinoamérica...

En Perú, otro agente de la CIA. Se trata de Alberto Fujimori que en 1990 resultó electo. Cómo ganó es una pregunta que todos deben hacerse por qué se dice que era un mediocre en toda la extensión de la palabra. No tenía ni preparación, ni ideas, ni estrategias. Es más, no tenía ni influencia política ni mucho menos carisma. Sin embargo, sí tuvo la inteligencia de hacerse acompañar por un hombre de mucha inteligencia, un abogado de nombre Vladimiro Montesinos, quien también era agente de la CIA Lo nombró jefe del Servicio de Inteligencia Nacional. Se montó un grupo paramilitar para asesinar a izquierdistas y marxistas. Disolvió al Congreso y encarceló a todos los miembros de la Suprema Corte de Justicia. La CIA financió todas las atrocidades. Ahora, Fujimori está tras las rejas.













septiembre 03, 2018

lo sorprendente no es que la gente robe o haga huelgas, lo sorprendente es que los hambientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga.......(Argentina, Septiembre 2018)



#Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar
#Autor: Mariano Pacheco


La crisis como oportunidad (o acerca de los modos de habitar y conmocionar el orden)


La crisis puede activar las peores pulsiones de orden en nuestra sociedad. Su resolución por arriba puede enlazar con esas pulsiones y disciplinar a través del miedo, como lo atestiguan los años 1975 y 1989. Pero también puede pensarse la productividad de la crisis: correrse del sentido común progresista en donde la crisis es un mal a conjurar.

 Por supuesto, en sus aspectos económicos la crisis trae consigo carencias materiales en las condiciones de vida de las clases populares. Pero en términos políticos la crisis puede ser un momento propicio para rever que hacemos, quienes somos, hacia dónde vamos (tanto singular como colectivamente). Sheldon Wolin supo destacar que los grandes enunciados de la filosofía política surgen de los momentos de crisis (más bien contra ellas). Habría que pensar entonces si es posible tramitar la crisis desde una perspectiva que implique habitarla en su productividad, como momento central del proceso de producción social, político y cultural de una sociedad dada, para abrir nuestras existencias a la apertura de la historia, para sacudir la modorra en la que la lógica cultural del capital tiende a encerrarnos. “Como la crisis es el corazón íntimo y el reto mayor del pensamiento político, no deberíamos apresurarnos a huir de ella, a querer dar cuenta de ella (desde un lugar externo), sino que el desafío es poder permanecer actuando y pensando en el interior mismo de la crisis”, escribió alguna vez un lúcido Eduardo Rinesi.

La revuelta puede traer aparejados grandes riesgos, es cierto. ¿Pero qué pueblo ha hecho experiencias novedosas y transformadoras sin correr riesgos? El fundamento de que hay que sostener la gobernabilidad porque en la rebelión quien pone los muertos es el pueblo es, por lo menos, una reflexión canalla (la reflexión, no quien la realiza. Aquí no se trata de cuestiones de individuos sino de procesos de producción social de ideas), que desconoce el hecho de que es la clase que vive del trabajo quien pone los muertos cada día en tiempos de “normalidad”, sobre todo en épocas de normalidad neoliberal. Y desconoce cierto fascismo que muchas veces circula detrás de esa aparente normalidad. Como escribieron Gilles Deleuze y Félix Guattari en su primer tomo de Capitalismo y esquizofrenia –citando a Reich—lo sorprendente no es que la gente robe o haga huelgas, lo sorprendente es que los hambientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga. No deja de repercutirnos esa pregunta spinozista que aparece en AntiEdipo: “¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de QUERERLAS no sólo para los demás, sino también para sí mismos?”. Curiosa pregunta, que suele ser estallada en tiempos de insurrección.

En este sentido, resulta fundamental volver a 2001. O más bien: traer a 2001 ante nosotros, como imagen de pensamiento desobediente, como momento fundamental de rebelión de nuestra historia reciente. Por supuesto, y hay amistades que no dejan de señalarlo: quedar fijados a esa imagen puede hacernos “devenir dosmiluneros nostálgicos”, el lugar mismo de la impotencia para un pensamiento crítico en la actualidad. Pero desconectar las actuales rebeldías de las que nos precedieron puede ser tan o más nocivo que la nostalgia.

Las jornadas insurreccionales del 19/20 de diciembre, entonces, deben ser reconectadas con las del 14 y 18 de diciembre pasado. No porque hayan sido la posibilidad de repetir el 2001 en 2018, porque desde Marx ya sabemos que la historia no se repite, y si lo hace, en todo caso es bajo el modo de la farsa. Pero si enlazadas en términos en donde los sectores populares recuperamos cierta osadía y autoestima, donde actuamos sin tantos pre-juicios y cálculos oportunistas. Las jornadas de diciembre de 2001 –tal como señaló en su momento Raúl Cerdeiras– nos permitieron hacernos nuevamente la pregunta acerca de qué entendíamos por política, cosa que en 2018 no sucedió, porque la política parece secuestrada por las lógicas formales de la democracia representativa, que no es más que una tiranía de las clases dominantes. Claro que los matices de la gestión estatal pueden ser demasiado amplios. Nadie está negando la abismal diferencia que pueda existir, por ejemplo, entre una dictadura sangrienta que reprime y clausura cualquier tipo de derecho, y un gobierno progresista que promueve reformas que amplían los derechos sociales y laborales, los derechos humanos en general. Pero no deja de ser gestión de lo existente, regido por la lógica dominante de la representación. Cuando esa lógica se quiebra, entonces, es que estamos a las puertas o transitando ya otro proceso hacia la subversión del orden existente.

Por supuesto: pensar desde la crisis implica concebir que el motor de los cambios está en el conflicto y que, precisamente porque es el conflicto el motor del cambio, no podemos saber, de antemano, cuales pueden llegar a ser los resultados. Por eso una política revolucionaria se asienta sobre las bases conceptuales de la contingencia, del carácter abierto de los procesos históricos.

No se entiende, por lo tanto, esa pulsión de orden que ya de antemano aparece en ciertas militancias. No son estas breves líneas una apología del caos, sino un llamado de atención respecto de la necesidad de problematizar los lugares comunes desde donde pensamos hoy las políticas de cambio. Cambio, revolución, alegría han sido palabras desgastadas en estos años. Nada indica que por ello tengamos que renunciar a ellas, entre otras cosas, porque la política misma –al menos como aquí la estamos entendiendo—es lucha por la palabra misma, por aquello que con ellas pretendemos designar. Entonces, menos miedo a las crisis, porque ellas son también oportunidad de entender la política como conmoción del orden, y no su pura gestión.

Por Mariano Pacheco


Ciudad de Córdoba, sábado 1° de septiembre de 2018