"Toda esa gente. ¿Qué hace? ¿Qué piensa? Todos vamos a morir, todos nosotros, ¡menudo circo! Debería bastar con eso para que nos amáramos unos a otros, pero no es así. Nos aterrorizan y aplastan las trivialidades, nos devora la nada. La mayoría de la gente no está preparada para la muerte, ni la suya ni la de nadie. Les sobresalta, les aterra. Es como una gran sorpresa. Demonios, no debería serlo. Yo llevo la muerte en el bolsillo izquierdo. A veces la saco y hablo con ella: 'Hola nena, ¿qué tal? ¿Cuándo vienes a por mí? Estaré preparado'. No hay que lamentarse por la muerte, como no hay que lamentarse por una flor que crece. Lo terrible no es la muerte, sino las vidas que la gente vive o no vive hasta su muerte...." (C.B.)