En este momento, mientras las audiencias nos entretenemos con el mix de urgencias, horrores y frivolidades que los medios denominamos "actualidad", un grupo de políticos, banqueros y ejecutivos están diseñando el mundo que vendrá. Un mundo donde las naciones cederán su soberanía política y económica a manos de corporaciones que dispondrán, en principio, de 800 millones de consumidores para explotar a discreción.
El acuerdo involucra a 50 gobiernos y los términos de las negociaciones clandestinas fueron revelados por Wikileaks, la plataforma de información online que es una verdadera pesadilla para el poder global. Las primeras filtraciones datan de un año atrás, pero recién ayer el sitio puso a disposición del público los detalles de una supra alianza neoliberal que estará por encima de todas las regulaciones y normativas estatales y parlamentarias, en beneficio de corporaciones económicas. Desde el pacto de Bretton Woods, que entronizó el "libre comercio" y al dólar como moneda de intercambio global, el mundo no asistía a un rediseño geopolítico de semejante magnitud.
Las actas del Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA, según sus siglas en inglés) difundidas por Wikileaks precisan los alcances del plan: eliminar controles y obstáculos legales que impidan la liberalización global en la provisión de servicios clave como Finanzas, Telecomunicaciones, Comercio Electrónico, Transporte Aéreo y Marítimo, Distribución y Envíos, Servicios Profesionales, Transparencia, Movimientos de Personas Físicas, Regulaciones Nacionales Internas y Servicios Postales Universales, entre otros.
Uno de los objetivos del TISA es impedir que los gobiernos le impongan normas rigurosas al sector financiero, en especial aquellas que impiden la proliferación de instrumentos especulativos como los que detonaron la crisis de 2008 en Estados Unidos y de la Unión Europea. No es casual que sean esas mismas naciones quienes ahora impulsan la desgulación y expansión de las multinacionales financieras: los banqueros y especuladores pusieron fortunas para mantener a flote las maltrechas economías de esos países centrales, quienes ahora pagan con la anulación de barreras que limitan la profundización del saqueo bancario.
Por la cantidad de países involucrados, se prevé que el acuerdo condicione al 68,2% del comercio mundial de servicios. Según reveló la plataforma online de Julian Assange, los gobiernos implicados en la negociación secreta son Australia, Canada, Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, Liechtenstein, México, Nueva Zelanda, Noruega, Pakistán, Panamá, Paraguay, Perú, Suiza, Taiwán, Turquía y la Comisión Europea, en representación de los 28 países miembros de la UE. Además, entre los socios hay paraísos fiscales declarados que participan activamente en la elaboración de los artículos, como Suiza, principal destino del dinero ilícito que circula en el planeta.
A los siete países de América Latina podría sumarse Uruguay, que lleva al menos un año negociando su incorporación plena al club. No es una sorpresa: a pesar de su origen y postulados progresistas, los gobiernos del Frente Amplio fueron de los más amables con los EE UU en la región. Por el contrario, países a los que el Departamento de Estado considera "hostiles" a sus intereses, como la Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia y Ecuador no han sido invitados a participar de este tratado con objetivos que se asemejan a los del Consenso de Washington, pero cuyas consecuencias pueden ser mucho peor.
Los argentinos ya sabemos como terminó aquella experiencia, pero ejercitar la memoria es el mejor antídoto contra las recaídas. Pobreza, desempleo, muertos en las calles. Las postales del 2001 fueron la consecuencia de tres décadas de política neoliberal implantada a sangre y fuego por la dictadura criminal. Es indispensable tener presente qué, cómo y quienes hicieron posible aquel incendio, porque muchos de ellos aún participan –y hasta orientan- la vida política nacional.
El PRO es quién mejor interpreta la restauración conservadora que se cocina a nivel global. No es casual que haya constituido un frente con el partido radical, que en su momento –salvo honrosas excepciones- le brindó apoyo político al golpe de Estado que impuso el régimen neoliberal. Pero no fueron los únicos: parte del peronismo y sectores de la izquierda doméstica también alimentaron el monstruo que después se los devoró. El único reaseguro que puede evitar la repetición de esa história trágica es un pueblo movilizado, despierto, capaz de detectar el canto de sirena consumista que está por venir.
Porque la ola, parece, será inevitable. Basta ver el mapa que acompaña este texto para comprobar que la Argentina está rodeada de países dispuestos a probar otra cucharada de aquel veneno que casi nos mató. Claro que los países que aún resisten no son el paraíso. Hay corrupción, desigualdad y violencia institucional. En esos rubros, por cierto, los países centrales no están mucho mejor. ¿O acaso en EE UU no se fraguan elecciones, se violan derechos de las minorías y se ejercita la segregación?
La corrupción es un comportamiento humano que el republicanismo occidental no sabe -¿quiere?- resolver. Y por esas grietas del sistema se filtraron las corporaciones económicas, que gracias a protocolos como el TISA se consolidan en la cúspide del poder.
Es lógico que Wikileaks haya escogido a nueve periódicos -dos de ellos no comerciales- para difundir una de las noticias más impactantes de la década. El sistema tradicional de medios es cómplice -cuando no parte- del esquema que se pretende imponer. Una de sus tareas fundamentales es la demonización del Estado, único dique de contención de las corporaciones económicas. La otra es mantener al público lejos de los hechos trascendentes, confundiendo actualidad con realidad. Las conspiraciones florecen en esa oscuridad.
Ahora el TISA ya quedó a la vista de todos. ¿Habrá muchos dispuestos a ver?.
Fuente: http://tiempo.infonews.com/nota/156591/plan-tisa-la-privatizacion-del-poder
*-Los Gardelitos - Gardeliando (Argentina 1998)-*